La esquina

josé / aguilar

Mala suerte con los presidentes

SERÁ porque nos lo merecemos o porque los políticos no nos toman en serio, pero el hecho cierto es que Andalucía no ha tenido suerte con sus líderes: ha habido cinco presidentes desde que se conquistó la autonomía y ninguno ha terminado su trayectoria con normalidad. Como todos han sido del mismo partido (PSOE), quizás es que ese partido no ha sido respetuoso con los andaluces.

Bueno, he dicho cinco, pero en realidad presidentes autonómicos fueron cuatro, porque el primero, Plácido Fernández Viagas, no llegó a regir la comunidad autónoma. Fue presidente preautonómico y trabajó en las condiciones más difíciles, pero no duró hasta alcanzar la tierra prometida del autogobierno. Era un hombre justo y áspero al que el PSOE dio de lado antes de lograr la autonomía plena.

El segundo presidente, Rafael Escuredo, el más carismático, dimitió, antes de cumplir su mandato, víctima de sus propios errores y, sobre todo, de la incomprensión de su partido -con Felipe y Alfonso como bueno y malo-, una organización centralista que sólo creyó en la autonomía andaluza mientras le sirvió como ariete contra UCD.

Le sustituyó José Rodríguez de la Borbolla con la misión, apenas disimulada, de frenar las veleidades andalucistas de Escuredo. Su problema fue que pronto se tomó en serio eso de la autonomía y construyó un poder paralelo al poder central del PSOE que era el que le había puesto allí. También le defenestraron Felipe y Alfonso, aunque esta vez respetaron el final legal de su mandato. Simplemente no le dejaron presentarse a la reelección, en 1990, por el procedimiento de arrebatarle previamente el control del PSOE andaluz. No aceptó ser un presidente bajo tutela.

El cuarto presidente, Manuel Chaves, fue protagonista de una gran paradoja: no quiso serlo, dejó de ser ministro por orden superior y, sin embargo, es el que más ha durado en el cargo: diecinueve años. Dimitió en 2009, desgastado por la inercia y el escándalo de los ERE fraudulentos. El mismo que acabó con su sucesor, José Antonio Griñán, tan sólo cuatro años después, en medio del mandato que le habían otorgado los andaluces.

Completa el panorama la actual presidenta, Susana Díaz, que quiere ahora ser refrendada en las urnas, pero tampoco está claro que dure mucho aquí abajo.

Resumen de esta jugada de treinta y pico años: el PSOE ha tomado a Andalucía por el pito del sereno. Y Andalucía pitó.

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