Editorial

Málaga ante la huelga de limpieza

La huelga de los trabajadores del servicio de limpieza y recogida de basuras comenzó esta pasada medianoche en la capital. Las dos partes en litigio fueron incapaces ni siquiera de acordar un lugar para encontrarse y proseguir las negociaciones y a última comenzaron los contactos vía telefónica para una propuesta que puede propiciar esta mañana un acuerdo, ya que el pacto alcanzaría hasta el año 2018, más allá del periodo de vigencia de la actual sociedad mixta Limasa. Cuando se llega a una situación como la actual es imposible culpar sólo a uno de los actores del desenlace. Pero además, en este caso, la irresponsabilidad demostrada en los últimos años por el equipo de gobierno del PP como por los sindicatos mayoritarios que representan a los operarios de la empresa es más que notoria. A día de hoy es difícil explicar cómo se pudo firmar un contrato de gestión que pese conceder a los privados el 51% de las acciones de la entidad les permite desentenderse de conflictos como el actual y les garantiza por decreto beneficios todos lo años independientemente de que haya unanimidad en proclamar el desacuerdo con el balance de la limpieza en Málaga. De esta forma, el alcalde, una y otra vez, se ve obligado a involucrarse y finalmente ceder con cada disputa laboral ante las consecuencias que causa una movilización de este tipo. El comportamiento del comité es sencillamente lamentable. Cinco amenazas de huelga y dos paros, incluido, el de ahora denotan su estilo de negociación. Si en realidad con esta postura de fuerza en el fondo persiguen la municipalización de la empresa se equivocan. Sería de ilusos que el Consistorio asumiera en 2017, al término del vigente modelo de gestión, esta plantilla y con estos representantes, aunque la última propuesta de Francisco de la Torre insufla seguridad a los trabajadores en ese sentido. Pero ya hay suficientes antecedentes de qué comportamiento se puede esperar a la más mínima discrepancia. Que los empleados puedan recuperar los derechos perdidos en estos años de crisis es, aparentemente, una reivindicación justa. Si bien habría que analizar con rigor todos los parámetros. Y así podrá suceder si el juez finalmente se pronuncia a su favor cuando falle en unos meses el recurso que hay planteado. Por eso resulta aún más absurda esta protesta y complica cualquier solución que podría luego verse alterada por la Justicia. Pero es que también resulta indefendible ante la sociedad que en Limasa se mantengan privilegios, como la posibilidad de heredar un puesto de trabajo en determinadas circunstancias, y que esta discriminación la amparen los sindicatos tradicionales porque, aquí sí, es el fruto de un acuerdo con una empresa mayoritariamente privada. Es urgente que en la reunión de esa mañana se imponga de inmediato la cordura.

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