JUBILADO el oráculo de Delfos, las aves perdido el significado adivinatorio de sus graznidos y vuelos por la atrofia de la polución y la pitonisa de mi barrio de vacaciones de bajo costo, me las veo y deseo en mis ansias de leer el futuro malagueño después de las elecciones municipales, porque ahora todo son bendiciones y grandezas si acercamos el oído a los aspirantes, mas después viene la rebaja. Conviene ante todo echarle un vistazo al historial de cada uno buscando pistas. Siempre se ha dicho que la veteranía es un grado y el candidato De la Torre lleva ya diez años por la Casona. Empezó bien su periplo municipal, siguió igualmente bien y en el momento decisivo, de perfilar un nuevo mandato presenta, sin embargo, una imagen débil, cansina, sin ideas. A De la Torre le han importunado varios de sus concejales y cuando esperábamos energía, su ocurrencia ha sido la de importarle un bledo. Por el caso Piscinas y la autolicencia de obras socarrona pensada para su propia casa, cogió la cartera Manuel Díaz, el de Urbanismo, y dijo "adiós, muy buenas". No ha hecho lo mismo la concejal Porras, la del dedo largo de adjudicación a mogollón de obras de pequeña cuantía aprovechando los agujeros legales, y que, encima, se ha visto premiada repitiendo en las listas. Además, tiene el camino abierto para llevarse otra vez al Pleno a sus damas plañideras cambiándoles el disfraz, para no ser pesada con la repetición, por el de pinochos o brujas. Dice el alcalde que las mujeres no molestaron. Pensaba, sin duda, en que son un poderoso apoyo a sus aspiraciones a capital europea de la cultura. Si llevar años en el cargo es una medalla, también conlleva servidumbres. Frente a los éxitos pululan píldoras amargas como el déficit de cerca de mil millones de euros del Ayuntamiento (ciento sesenta y seis mil millones de pesetas) a la salud de los vecinos, lo cual le da el dudoso mérito de estar en el grupo de cabeza de los más endeudados, el tercero o cuarto, creo. Otra amargura grande es la de los hombres de confianza, uno de esos enigmas presupuestarios indescifrables. Quienes hemos trabajado muchos años en empresas de envergadura, en cargos de grave responsabilidad, seguimos sin encontrarles explicación a los cientos cincuenta o doscientos cargos de especialistas alrededor del alcalde. ¿Dónde están sus despachos? ¿Caben todos? ¿Conoceremos alguna vez sus funciones y sueldos? Estas preguntas habrían de contestarse en los mítines, en las paellas vecinales. Ejercer el oficio de alcalde tiene la cara y la cruz propias del poder.

Por si fuera poco, se acaba de buscar el alcalde De la Torre el chuzo del Museo Thyssen. Sin apagarse la charanga de la inauguración, las fotos, TV, entrevistas, mete de gerente a las primeras de cambio a un colaborador suyo, provocando la dimisión de la directora de la pinacoteca y de un experto internacional, para agregar a continuación que con esas dimisiones el museo saldrá robustecido, canturreando, ¡quién sabe!, la antigua canción de "no hay novedad, señora baronesa". Recordarán que el mayordomo de la canción insiste en que no había novedad a pesar del robo de las perlas del gran collar, del terremoto y el huracán que arrasó por completo la vivienda. Descabezado, en el Thyssen no existe ni siquiera el documento de préstamo o cesión de las doscientas y pico de obras, pero "no hay novedad, señora baronesa", y si hubo de inaugurarse con precipitación fue para salir electoralmente en la tele, pero, de verdad, no hay novedad, señora baronesa Thyssen.

Cabe deducir de los párrafos anteriores que de pasar el corte de las elecciones, De la Torre y su equipo brindarían un cuatrienio continuista, de escasas sorpresas, sin aclarar, por supuesto, la deuda de los cerca de los mil millones de euros (ciento sesenta y seis mil millones de pesetas) ni si piensan quitarla, encogerla o estirarla; y si congela la confianza en los grandes colaboradores o no.

Entramos en el turno de María Gámez, la cabeza de serie del PSOE. Posee cintura política. Durante muchos años la hemos visto de delegada de Innovación y últimamente del Gobierno de la Junta de Andalucía. Tiene la ventaja de la novedad y de haber aguantado con salero e indiferencia el insulto de traición lanzado por el pepero Bendodo, uno de los hombres más desconocidos del ruedo político y al que nadie sabría atribuirle un proyecto, un programa. María Gámez conoce bien los resortes de crear empleo y bienestar social, áreas verdes y cultura dentro de su lema de dale la vuelta a Málaga , y la Alcaldía le brindaría oportunidades a su manera de trabajar. El tercer candidato, Moreno Brenes, es una persona entendida, de mucho temple, con cualidades de sobra de gestor municipal. Su única dificultad la presenta su partido. IU desde su fundación no ha logrado zafarse de los dogmas. Se le ve con rigidez a la hora de programar, de salir a la calle y hablarles de novedades a los ciudadanos y a los progresistas.

Habría de pedirles, finalmente, un favor a la ganadora o al ganador: obligarse a comenzar las sesiones con las palabras "queda abierta la sesión con el dinero del contribuyente". Reconfortaría mucho.

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