NADA ni nadie parece que pueden contener la marea azul. El PP y Javier Arenas avanzan ya imparables hacia el Palacio San Telmo porque, entre otras cosas, la crisis penaliza, y mucho, a quien está en el poder. Tampoco la fractura que ha evidenciado el PSOE en estas últimas semanas le ayudará mucho a Griñán, zarandeado por el escándalo de los ERES y debilitado por la crisis de Sevilla. Enfrente Arenas avanza imperial, sin hacer mucho ruido, casi imitando a Rajoy, que en sólo cuatro años ha visto como su partido ha acumulado el mayor poder la historia de la democracia. Ni la durísima reforma laboral, ni el mayor recorte de la historia, ni la subida de impuestos inmutan a los populares. El terrible momento económico que atravesamos provoca que todos, en el fondo, agachemos la cabeza y miremos hacia otro lado. Casi sin rechistar.

Mientras en Málaga el comité de empresa de Limasa volvía a chantajear a la ciudad. Sus 1.200 trabajadores volvían, es cíclico, a plantear exigencias casi inaceptables. Esos mismos empleados y esos representantes de los trabajadores deberían echarle un vistazo a la realidad actual. A los más de 200.000 parados que hay en la provincia, a los miles de desahucios que se producen cada año, al cierre de empresas, a aquellos que no heredan puestos de trabajo, a aquellos que no tienen 17 pagas, a aquellos que no acumulan una docena de pluses... Ahora bien, en esta situación el Ayuntamiento ha sido cómplice al no ponerle freno en su momento y ahora es muy complicado parar a este lobby.

Menos mal que el PP ha vuelto a colocar en la agenda la conexión de todo el litoral malagueño en el trazado del corredor ferroviario. Lástima que dudo, y mucho, de que en los próximos años el proyecto se convierta en realidad. Cosas de las elecciones.

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