Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Mascarillas, guantes... y tapones

Las caceroladas no le han dado mucho juego a Vox, que ahora va a intentarlo con los claxonazos

Otra vez ha vuelto a decepcionar el PP a unos cuantos de los suyos. Y de paso parece que ha regalado otro bidón de gasolina a esos que lo llaman la "derechita cobarde". El penúltimo ejercicio de piromanía de esta gente ha sido el del empadronamiento de okupas. Por la noche dormirán a pierna suelta, orgullosos de su embuste y apestando a hoguera. Pero sigamos con Casado: el chasco que se llevaron algunos -¿o muchos?- el miércoles con la abstención del Grupo Popular a la hora de votar en el Congreso la cuarta prórroga del estado de alarma fue mayúsculo. Para intuir el calibre del desengaño no hay más que recordar lo escrito y dicho en la víspera, pronósticos hechos desde el fervor a Casado, que iba subir a la tribuna a decir no a la prórroga presentando un plan B en condiciones, del que carece el Gobierno. Fue un plan Bluff. La otra B... quizá de bucal. Porque se le fue toda la fuerza por la boca. ¿Una B más? La de bostezo.

El Congreso fue (de nuevo) un zoo. Con cacatúas y dóbermans. Sus señorías deberían adecuar sus símiles animalescos a los nuevos tiempos, o si lo prefieren a la nueva normalidad. Lo de cacatúa y dóberman queda antiguo. Ahora se estila la cotorra argentina y el pit bull terrier americano. El electorado lo entenderá mucho mejor. Los asesores de los líderes tampoco parecen estar muy al tanto de la actual fauna urbana. Algún asesor del jefe de Vox -es de suponer que tiene, aunque igual se asesora a sí mismo- ha visto, tras lo del miércoles, que puede haber llegado el momento de una moción de censura contra el Gobierno después del rentoy fallido de Casado. Si esa derecha pusilánime del PP no da el paso, lo hará Vox. Aunque se quede en gesto. A los de Vox les ponen los gestos, la fanfarria, la soflama, el vello de punta, la emoción a flor de piel, la carótida inflamada. Lo demás es mariconeo. Ellos desescalan a pelo, a pecho descubierto. Por España siempre. Ya tienen en las delegaciones del Gobierno la solicitud para manifestarse en la calle, que es donde mejor se fajan, su hábitat natural, mucho más propicio para ellos que el incómodo corsé del normativismo parlamentario. Las protestas se harán en coche, con la intención de montar largas caravanas y hacer el máximo ruido. Las caceroladas no le han dado mucho juego a Vox. Lo intentará con los claxonazos. Después de las mascarillas y los guantes, el precio de los tapones para los oídos también va a ponerse por las nubes.

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