La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Matar al principio y al final

A la muerte legal en el inicio de la vida -aborto- se une la muerte legal en su final, cerrándose un siniestro círculo

En lugar de una ley de cuidados paliativos que garantice el derecho a morir sin sufrimiento físico se ha propuesto la eutanasia activa. Es importante diferenciar entre esta y la pasiva. La primera mata, la segunda deja morir sin sufrimiento y sin encarnizamiento terapéutico, asumiendo que los fármacos acorten la vida. A la muerte legal en el principio de la vida -aborto- se une la muerte legal en su final cerrándose un siniestro círculo. Que al final puede llegar a prescindir de la enfermedad para matar en salud: al igual que se matan fetos sanos de gestantes sanas, y a partir de ahí con lógica macabra a los que presenten minusvalías o alteraciones de lo considerado "normal" -y esto es eugenesia-, allí donde la eutanasia activa se implanta el siguiente paso es la legalización del suicidio asistido de personas sanas.

Lo de la pastilla holandesa para que los mayores de 70 años se suiciden es una fake news. Pero no lo es que el partido progresista D66 defiende allí el suicidio asistido de personas sanas. Y tampoco que la semana pasada se hizo público el resultado de una encuesta encargada por Gobierno para saber si los holandeses mayores aprobaban el suicidio al considerar "completado su ciclo vital". De 21.000 personas mayores de 55 años encuestadas, 10.000 contestaron que les gustaría que se legalizara el suicidio asistido de personas sanas.

Esta voluntad de muerte, este miedo a envejecer y a la soledad a la que se enfrentan tantas personas mayores, representa el fracaso de una cultura y de un modo de vida supuestamente súper civilizado. Según un reciente estudio efectuado en Madrid el 60% de los ancianos que viven en residencias no reciben ninguna visita, ascendiendo la cifra al 85% entre julio y septiembre. La situación no es muy distinta para las 850.000 personas mayores de 80 años que viven solas en sus casas. Si esto es así en la cálida España, se comprende que los habitantes de ese huxleyano mundo feliz que es Holanda prefieran suicidarse aunque estén sanas.

No vengan con la coartada de la lucha humanitaria contra el dolor. La pena de muerte, que creíamos eliminada para siempre, se ha instaurado para los fetos; la eutanasia activa y el suicidio asistido se ofrecen como salidas de emergencia no solo para librarse del sufrimiento, sino de una vida que no merece ser vivida. Vista la Europa que estamos construyendo, a lo peor tienen razón.

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