Hay fechas y acontecimientos, dolorosos y cruentos, que nos remontan a la vieja Memoria, que ha de respetarse sin partidismos interesados, sin eufemismos engañosos, sin sectarismos espurios, sin resentimientos revanchistas, sin tratar de reescribirla - "vamos a reescribir la historia", ha dicho Yolanda Díaz, ninfa Egeria del comunismo errante - con pretensiones de institucionalizarla. Esa Memoria - con mayúsculas - de todos, reivindicada siempre sin condicionamientos ni concesiones a quienes no se resignan a asumir sus delitos y responsabilidades. Hechos del pasado tallados en el duro mármol de la inmortalidad y la evidencia. Sólo hace unos días unos cruentos acontecimientos, aún no esclarecidos y pendientes de su aclaración en la sede de la soberanía popular, el Parlamento, el asalto a la valla fronteriza de Melilla y su posterior masacre, nombres y lugares han revivido el amargo capítulo de una vieja historia, una página trágica de nuestro pasado colonial.

A primeros del siglo pasado España trataba de ennoblecer su prestigio internacional malogrado en el desastre del 98 y se adhería a la Declaración de Londres de 1904 para emprender reformas militares, económicas y administrativas en Marruecos. Complicaciones intestinas de sucesión por el trono provocan el ataque a las explotaciones mineras de la Compañía Española de Minas del Rif y una empresa francesa. Sin interlocución directa con los rifeños la situación se agrava. Las hostilidades se intensifican y la pacificación se hace imposible tras la detención de varios agitadores. La movilización en la metrópoli origina disturbios en Madrid y Barcelona que coinciden con la Semana Trágica. A medida que avanza julio los ataques rebeldes son más encarnizados. Las tropas españolas apostadas en el Barranco del Lobo y de Alfer, en las estribaciones del monte Gurugú cerca de Melilla, son víctimas del fuego de las huestes rifeñas, organizándose la retirada con apoyo artillero.

Erróneamente el coronel Álvarez Cabrera ordena una marcha nocturna hacia Ait Aixa. Las tropas se pierden y son sorprendidos en el barranco del Lobo viéndose expuestas al fuego graneado de los rifeños, cometiendo los combatientes españoles el gran error de retirarse. El resultado es una calamidad para las fuerzas españolas ocasionando gravísimas pérdidas. El desastre para los soldados españoles sin la llegada de los refuerzos necesarios se consuma ocasionando 153 muertos y 599 heridos. Una de las más sangrientas derrotas del ejército español en Marruecos. El miércoles día 27 se cumplirán 113 años.

Los recientes lamentables hechos de Melilla y estos y otros trágicos acontecimientos de la aventura colonial española en el Norte de África, son parte de nuestra historia y de nuestra memoria emocional y romántica. Los niños de aquel tiempo lo cantaban en sus juegos callejeros: "En el Barranco del Lobo/ hay una fuente que mana/ sangre de los españoles/ que lucharon por España".

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