Ignacio del Valle

Metaverso de barrio

El penúltimo invento de los interneses es un mundo virtual; para disfrutar en pixel lo que la vida real no presta

El penúltimo invento de los interneses es un mundo virtual. Otra adicción para disfrutar en pixel lo que la vida real no presta. La literatura de anticipación científica ya ha avisado con la novela "Ready Player One" de Ernest Cline que Steven Spilberg llevó a la pantalla plana. El Metaverso es otra vuelta de tuerca más al espíritu de los SIMS, la simulación social que lleva más de veinte años vendiendo sueños. Puedes ser gordo, feo, calvo y neotieso pero en el metaverso vives como ingeniera física y top model lagarterana. El otro día escuché la muletilla: "pides más que un Sim", debe de ser una expresión equivalente a la de "pides más que un fraile". Las frases hechas se adaptan a los tiempos y mutan más que el Windows office. También se estila decir "pasas más hambre que el tamagochi de un sordo", en vez de lo del perro del ciego, que recuerda la picaresca del Lazarillo de Tormes. Tal como va la ortodoxia de la corrección política ambas expresiones serán proscritas por lo de las ofensas a los discapacitados (otrora minusválidos). Palabra de tarado. Le decía que el súper de mi barrio también ha quedado tullido desde que cambió de dueño. Los parroquianos estamos mosqueados. Podemos pasar por alto que hayan puesto los productos de limpieza donde antes estaban los huevos, porque les haya salido de los mismos o que la salsa de tomate frito se la haya tragado el triángulo de pizza de las Bermudas. Lo que no perdona la clientela, la mayor afrenta ha sido provocada por la eliminación de los puestos de trabajo y mostradores de la charcutería y carnicería al chollo de corte. Se acabaron los duelos por su turno, quien da la vez y las charletas espontáneas, las esperas mientras se perpetraba lo que denomino "compra de la viuda" una terrible experiencia cliente precedida de un interrogatorio inquisitorial y cata que finalizaba con el despacho de seis paquetes mínimos de chacinas varias. En esos trances más de una pareja pasó del cuarto y mitad de indiferencia a darse el filete donde las magras. El roce charcutero hace el cariño. Pues se acabó, ahora a tirar de colesterol plastificado. Pues de eso va el metaverso de promesas de progreso y cambiazo. Seguro que en la Cenacheriland virtual que nos prometen, Francisco de la Torre se vuelve a presentar de Arcade. Pura distopía.

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