LOS que le hemos dedicado nuestras vidas al arte, en estos días de noviembre sentimos sobremanera el dolor por la ausencia de aquellos compañeros con quienes compartimos ilusiones, logros, críticas y la gran belleza de poseer el sortilegio de la creación. Son hermanos de generación: Virgilio, Alfonso de Ramón, Fermín Durante, Díaz-Oliva, Torres Mata, Marina Barbado, Pepe España, Manolo Barbadillo, Antonio Jiménez, Enrique Godino, y nuestro íntimo Gabriel Alberca, para mí el revulsivo de mi inaugurado malhumor. Se ha ido parte de nuestra historia del arte. Gente seria, trabajadora, próxima... y la ciudad y sus autoridades siguen cruzadas de brazos. Ni un homenaje, recuerdo, libro de memorias, documental, nada. Un grupo de artistas que ha dejado su impronta, su pensamiento, su testimonio imperecedero para todos menos para sus paisanos, que no son capaces de honrar su memoria dedicándoles odas, elegías y panegíricos que glosen claro y contundente la vida y obra de estos maestros de la pintura que tanto nos dieron y nos dejaron.