PSOE e Izquierda Unida han acordado presentar una moción de censura para desbancar al alcalde popular de Vélez. Ahora mismo es difícil aventurar el éxito final que obtendrá esta iniciativa, ya que para prosperar necesita del concurso de al menos dos de los tres concejales del Grupo pro Municipio Independiente de Torre del Mar y esta formación no ha desvelado todavía cuál será su postura final. Pero de los acontecimientos de esta última semana sí se pueden extraer algunas reflexiones preocupantes. Es legítimo que dos grupos de izquierda traten de alcanzar un pacto y conseguir el gobierno de un municipio que ahora dirige el PP en minoría con el concurso de un edil del PA. Pero es reprochable que, según todos los indicios, el único motivo por el que ese acuerdo no se fraguó en su momento -después de las municipales de mayo de 2007- se deba a razones personales y no de criterio político. Los izquierdistas prefirieron tolerar e incluso en ocasiones durante este último año apoyar un gobierno de derecha a mantener en el poder al socialista Antonio Souvirón. La marcha de éste a la delegación de Turismo de la Junta ha abierto el nuevo camino. Como es difícil para estos dos partidos justificar ante la ciudadanía este paso en este momento, se alude al compromiso de acelerar un reguero de inversiones millonarias que tienen que llegar a la comarca de la mano de los gobiernos socialistas de Madrid y Sevilla. Lo que teóricamente ocurrirá en cuanto desalojen al PP de la Alcaldía veleña. Una promesa que raya en la indecencia. También es reprobable que el equipo de gobierno popular responda a la amenaza de moción con una campaña financiada por el Ayuntamiento de Vélez para publicitar su gestión durante los cuatro meses que lleva al frente del Consistorio. Además, la necesidad de tirios y troyanos de contar con el quinto en discordia para frenar o materializar la censura ha desatado una subasta propia de un mercadillo de domingo para ofrecer cargos y parcelas de poder al único grupo que no puede creer en el Ayuntamiento de Vélez, ya que persigue la segregación de su núcleo municipal, como es el de los independentistas de Torre del Mar. Episodios de este tipo no hacen sino acentuar la necesidad de impulsar esa reforma electoral que permita a los sufridores ciudadanos elegir directamente a su alcalde.

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