La Monarquía cercada

Pretenden convertirse en los únicos depositarios de las esencias de la carta magna y los árbitros inapelables

La derecha pretende apropiarse de la monarquía para incluirla en su patrimonio político exclusivo. Pero para eso necesita fabricar una institución más patriótica, cargada de himnos, banderas y adhesiones inquebrantables. Suspira por una Corona intocable, donde cualquier reproche se convierte en un ataque y cualquier crítica en una ofensa inadmisible. Es la permanente tendencia al reduccionismo, que pretende achicar el campo de juego político para que cualquier actuación pueda tildarse de inconstitucional y peligrosamente subversiva, y así intentar alarmar a la ciudadanía con revoluciones imposibles y desestabilizaciones imaginarias. Con esta actitud, la derecha pretende apropiarse de todo el espacio político democrático y arrojar a las tinieblas de la inconstitucionalidad a toda las fuerzas que no estén dispuestas a comulgar con sus dogmas ni aceptar sus límites.

Lo cierto es que el gran logro de la Transición fue conseguir una Constitución que no era ni de izquierdas ni de derechas, que no era militante, que permitía la participación de todas las ideologías y donde la libertad de expresión, de asociación y participación no tenía más límites que el respeto a las reglas de juego. Este ha sido el amplio campo donde se ha desarrollado la actividad política estos últimos 40 años y en los que han podido participar todos los partidos sin más limitaciones que la violencia. Y ha sido esta característica de permisividad y amplitud la que ha hecho posible la convivencia democrática durante el más largo periodo de nuestra historia. Esta Constitución gozó del apoyo parlamentario de la inmensa mayoría de las Cortes constituyentes, con la excepción de los franquistas de Fuerza Nueva y una parte significativa de la derecha más extrema de Coalición Democrática, que era la versión parlamentaria de Alianza Popular. Pues son, paradójicamente, los herederos de aquellas formaciones que tan escaso entusiasmo democrático demostraron quienes ahora pretenden convertirse en los únicos depositarios de las esencias de la carta magna y los árbitros inapelables de la constitucionalidad de las actuaciones políticas. Está claro que ni antes ni ahora han llegado a entender cuáles fueron los elementos esenciales sobre los que se construyó la convivencia democrática. Cercar a la monarquía y a su actual titular Felipe VI con las agitadas banderas de la extrema derecha y la derecha extrema es la forma más eficaz de fragilizar la propia institución. Y eso deberían saberlo.

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