Montañeros y pisaprados

La montaña es tan bella como cruel. Como la vida misma. Por eso hay que tenerla respeto o pasará factura

1929, expedición británica al monte Everest. Desaparecen George Mallory y Andrew Irvine. La última vez que los vieron vivos estaban a tiro de honda de los 8.848 metros de altura. Todavía se discute acerca de si Mallory e Irvine lograron hacer cumbre o no. Los restos ultracongelados de Mallory aparecieron en 1999 y se espera recuperar el cadáver de Irving con la cámara fotográfica que desvelará el misterio. Los más románticos piensan que estos valientes fueron los primeros hombres en coronar el Everest, antes que Hillary y Tenzing en 1953. Tal como deshielan las cosas de cambio climático no perdemos la esperanza de averiguar qué sucedió. Menudos tiarrones aquellos, en ese entonces los montañeros y aventureros clase polar como Roald Amundsen o Ernest Shackleton se equipaban con jerséis de lana y gabardinas forradas Burberry, las del famoso tartán escocés que se replica por las imitaciones. Hoy los materiales técnicos son mucho más cálidos, ligeros, protectores y accesibles para cualquiera. De tal forma, que para ir de monte se acerca uno a una gran superficie de aparcamiento o supermercado y en una promoción de otoño queda maqueado para ascender al Veleta por la cara. Pantalones de trekking, bastones, calcetines, botas y cantidad de prendas para forrarse por capas: ropa interior, chaquetas, forros de PET, quitavientos impermeables, plumas…Una colección de mochilas y cantimploras muy a la moda. Es cambiar a horario de invierno y las trochas se atoran de 4x4 y dieciséis amigos en cuadrilla. Excursión, caminata, bocata o venta. Al calorcillo de unos troncos ardiendo con los mofletes colorados. Están los pisaprados andariegos con perrete y prole y los montañeros federados que planifican sus rutas y dificultades bien guiados. Ahora los rescates en montaña pasan factura, por eso es imprescindible estar federados o cubiertos por algún seguro. Con las tempranas nieves llegan las advertencias acerca de la precaución y los peligros de extraviarse. En esta era de tutoriales y rocódromos flash, nos descargamos un manual para convertirnos maestros en cinco minutos. Salir al monte de senda es una afición muy respetable, ir de montaña es otra categoría, exige preparación, ser previsores avisar a donde vamos y con quien, porque el móvil no siempre tiene cobertura. La montaña es tan bella como cruel. Como la vida misma. Por eso hay que tenerla respeto o pasará factura y fractura como en todas las decisiones arriesgadas, incluidas las políticas.

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