La vida vista

Félix Ruiz Cardador

Nuevo conflicto, nuevos frentes

ATRÁS se va quedando la España que se dividía entre PSOE y PP para dar paso a una nueva España: la que se divide entre los que todavía creen, con los matices que sea, en el espíritu de la Transición y entre los que piensan que aquello fue una filfa que se tornó en plutocracia. Los síntomas de esta nueva época, de este nuevo conflicto, resultan evidentes por aquí y por allá, aunque basta para dar fe de ello echarle un vistazo a declaraciones de dos figuras clave de la derecha y la izquierda: José María Aznar y Julio Anguita. El primero, ayer mismo, presentó un Instituto que ha creado sobre estudios políticos y allí defendió que es urgente "recordar la experiencia de progreso que fue la Transición". "Hace falta reforzar los puntos de encuentro, los espacios de debate", explicó un Aznar algo así como dulcificado que parece haber entendido que su enemigo principal ya no está en el PSOE sino más allá, justo donde se sitúa Anguita.

El político cordobés, precisamente, fue el que dijo en una entrevista publicada en este diario hace un par de semanas que la Transición ha muerto y explicó con pelos y señales la forma en la que, sin tocar siquiera la Constitución, cree él que se podría legislar el país desde lo que denomina otra perspectiva -comunista, se entiende-. Aznar y Anguita, ya se ve, representan las dos caras, mientras que en las crujías del PSOE es donde se sentirán con mayor fuerza las contradicciones de un conflicto que los deja en una situación compleja, con costes: establecer a futuro lazos con el PP o establecerlos con Podemos. A populares y socialistas les será difícil, después de tanta bronca falaz e inútil de décadas y décadas, alcanzar anuencias, pero al final, piensa uno, no les quedará otra. Felipe González ya avisó en ese sentido. Si ambos partidos hubiesen cuidado esos espacios de diálogo, esos lugares de encuentro -de los que ahora habla Aznar pero que por completo olvidó cuando su célebre mayoría absoluta- no se verían ahora así, pero eso es la pescadilla que se muerde la cola; es decir, que si hubiesen cuidado la democracia que los españoles nos dimos no existiría ese frente antitransición, esa marea de Podemos, que no opta por la regeneración del sistema sino por su reforma integral bajo otros presupuestos de aroma marxista que por ahora se dejan en estratégica nebulosa. Si hace una década nos hubiesen dicho que el espíritu de la Transición estaría hoy abismándose nos habríamos reído, pero justamente ahí es donde estamos y ahí es donde hay que posicionarse. ¿Regeneramos lo que se carcomió o ponemos el kilometraje a cero? Hagan juego, señores. Sitúense.

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