Sin maldad

ENRIQUE LINDE

Nuevo pacto del ebro

EN la jerga socialista de los años 70, el pacto del Betis significaba el acuerdo que hubo entre los militantes del País Vasco (Redondo, Benegas) y los de Andalucía (Felipe, Alfonso) para montar una estrategia común y cambiar el PSOE. Desde entonces la relación entre los socialistas vascos y andaluces ha sido especialmente cordial y fluida. Rara era la campaña electoral en la que los militantes andaluces no éramos llamados para dar mítines en Euskadi, fundamentalmente buscando el voto de los andaluces emigrados.

Distinta fue la relación con los socialistas catalanes que siempre fueron más reacios a solicitar la colaboración de otros compañeros, andaluces o extremeños para ayudarles en sus campañas electorales. No ya con Raventós, o con Obiols, sino con el andaluz Montilla siempre se procuró no perder el sesgo catalanista, aun perdiendo identidad socialista. Aquel acuerdo de la federación del PSOE con el PSC que tan difícil fue, nunca llegó a fundir las dos mentalidades y poco a poco la versión PSOE, nacida fundamentalmente de los militantes de UGT provenientes en su gran parte de la emigración, fue perdiendo influencia ante la versión más catalanista de los Maragall, Serra y compañía. Mientras hubo una dirección federal fuerte y homogénea y las urnas nos sonreían la situación no terminó en divorcio sino que pareció un matrimonio bien avenido y el PSOE como tal siempre procuró mantener una nítida presencia en Cataluña. Es ahora, en una situación complicada en el PSOE y difícil en Cataluña, cuando emerge con fuerza los distintos criterios mantenidos sobre cuestiones trascendentales para la política española y aparecen las amenazas de ruptura.

Este distanciamiento debilita la visión de un partido integrado y presente en toda España y sitúa al socialismo catalán en una compleja posición. Se hace urgente el establecimiento de una nueva relación que equilibre las dos sensibilidades que el PSC albergó siempre en su seno, si realmente se quiere ser representativo de una sociedad compleja como la catalana, sin excluir a nadie. Se necesita en definitiva un pacto del Ebro que trate, no de que el socialismo español se sienta representado en Cataluña sino algo más importante; que en el PSC estén representados todos los socialistas de esa comunidad y no solo una parte de los que crearon el PSC-PSOE.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios