LA llegada ayer a Madrid de tres nuevos presos políticos cubanos excarcelados por el régimen de los hermanos Castro se debe enmarcar en un logro humanitario alcanzado por la Iglesia católica y el Gobierno español, pero no representa, ni por asomo, el inicio de una apertura política en la isla. La opinión es la de los propios interesados. Los tres liberados relataron en Barajas que estas excarcelaciones obedecen a una limpieza de imagen del régimen, que estaría tratando de buscar tiempo, a la vez que sigue la persecución de los opositores que se encuentran libres. Así, Amnistía Internacional ha denunciado el acoso que está sufriendo la madre de Orlando Zapata, el preso que murió en huelga de hambre, y en cuyo recuerdo se vienen organizando manifestaciones en la localidad de Banes. A los 23 presos políticos que ya ha recibido España se sumarán otros tres esta misma semana, y es de esperar que Raúl Castro cumpla su compromiso de liberar a la totalidad de los 52 del llamado Grupo de los 75. Hay que subrayar que aquellas personas que se niegan a ser extraditadas de Cuba van a seguir encarceladas. La idea que acariciaba el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, es que la liberación de estos presos podía llevar a la Unión Europea a cambiar su Posición Común, que pasa por no establecer un nuevo diálogo con las autoridades cubanas mientras éstas no cesen en su acoso contra la oposición. Países como Suecia o Francia se niegan a esta revisión de la política europea: aunque parece que las medidas de presión no darán ningún fruto -así ha ocurrido con un caso más extremo, el bloqueo impuesto durante décadas por Estados Unidos-, tampoco Cuba está dando muestras sinceras de apoyo. El relato que los presos cubanos están trayendo a España no favorece, en absoluto, las aspiraciones del ministro de Exteriores. La reciente reaparición de Fidel Castro, así como sus discursos, vienen, por lo demás, a arrojar aún más dudas sobre la supuesta intención de apertura de su hermano Raúl, si es que ésta existió alguna vez. Ahora bien, ello no debe ser motivo para que cesen todos los intentos que palíen la terrible situación humanitaria de los opositores y de la población en general. Estados Unidos, por ejemplo, también tiene intención de relajar los requisitos para viajar a la isla que George W. Bush aprobó en su día.

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