Objetividad y equidistancia

Cuando es necesario criticar a un partido, el "imparcial" buscará otro acontecimiento de la otra formación política

La objetividad en principio es una meta inalcanzable para el ser humano. Es como la felicidad, a la que siempre se tiende pero que rara vez se consigue plenamente. Por más que nos esforcemos es imposible que a la hora de enjuiciar un hecho o una opinión podamos prescindir de nuestros propios sentimientos, nuestras simpatías, afinidades, aversiones, creencias o ideologías. Por eso el primer acto de honradez personal debe ser admitir que por más que lo intentemos y nos esforcemos en conseguirlo, la imparcialidad y el juicio justo y sereno es una meta tan deseable como imposible de conseguir, salvo que de lo que hablemos o escribamos sea de algo que ni nos mueve ni nos interesa ni nos afecta. Entonces sí, entonces la indiferencia puede transportarnos al limbo de la neutralidad absoluta. Por eso si esa servidumbre la trasladamos al campo de la noticia o la reflexión política la pretendida objetividad cada vez nos parecerá más inalcanzable. Admitamos esta limitación. Otra cosa es que llevados por los propios sentimientos o preferencias tratemos de retorcer argumentos, ocultar hechos o falsear acontecimientos, porque entonces abandonamos el campo de la subjetividad para adentrarnos en el mundo de la manipulación, que desde luego es mucho más reprobable.

Cuestión distinta es la llamada equidistancia, que puede significar una falsa objetividad buscando una artificial simetría. Es la apariencia de una imagen de independencia que lo que hace es conseguir desesperadamente el equilibrio de una supuesta balanza, sea este justo o no. El equidistante, si tiene que elogiar algún acontecimiento, porque así lo crea conveniente, a renglón seguido se verá obligado a rebuscar algún hecho negativo o reprobable de esa misma persona para que nadie pueda sospechar que ese elogio significa una debilidad censurable. En el mismo caso, cuando es necesario criticar la actuación de un partido político el "imparcial" siempre buscará otro acontecimiento de otro partido, venga o no a cuento, en el que también pueda ejercer su crítica para dejar sentado por encima de todo la independencia del que lo escribe. Esta equidistancia tiene más de estética que de ética y muchas veces es más un elemento de confusión y parcialidad que de honrada búsqueda de la objetividad. En el fondo, muchas veces la equidistancia es una forma de cobardía. Con seguridad mi comentario de hoy no alcanza la meta de la objetividad, pero tampoco la de la equidistancia. Algo es algo.

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