Ocasión perdida

Al final faltó arrojo y se prefirió encajar una derrota parlamentaria antes que romper la estrategia general

Como se esperaba, Juanma Moreno no movió un músculo para evitar el descalabro parlamentario que ha sufrido esta semana en el debate presupuestario. Aceptó con resignación adentrarse en el callejón sin salida que su indiscreto y lenguaraz vicepresidente había anunciado y desperdició así una oportunidad para introducir un nuevo elemento en la actividad política. Por primera vez, sin duda acuciado por sus propias necesidades de consolidar a su nuevo líder y ganar tiempo, el PSOE realizó una oferta seria de intentar consensuar los presupuestos. También por primera vez, el PP se veía privado del apoyo de Vox que, por cálculo electoral, quería dar por terminada la legislatura y le negaba los votos que hasta ese momento le había proporcionado una estable mayoría parlamentaria. Era una buena oportunidad para introducir la geometría variable que rompiera la dinámica de bloques inamovibles y explorar, aunque fuera de forma coyuntural y transitoria, otros mecanismos de entendimiento. No puede decirse que las últimas pretensiones de los socialistas para apoyar las cuentas fueran inasumibles ni que les interesara adelantar los comicios, por lo que habrá que buscar otras motivaciones para explicar el desencuentro.

Hubiera sido necesario tener la valentía de romper con la inercia general del PP y atreverse a prescindir de la extrema derecha para adentrarse en un nuevo campo de diálogo y negociación con la socialdemocracia. Pero al final faltó arrojo y se prefirió encajar una derrota parlamentaria antes que romper con la estrategia general fijada de no separarse ni un milímetro del espacio político de Vox.

Por eso, salvo que la oposición renuncie a expresar sus discrepancias en el parlamento, que es al parecer la condición que trata de imponer el presidente de la Junta, estamos abocados a unas inminentes elecciones que, al fin y a la postre, era lo que la extrema derecha pretendía. El problema está en que a Juanma Moreno se le cayó el barniz de moderado que con tanto esmero ha pretendido cultivar y, en la próxima campaña electoral, desaparecido el tercero en discordia (Cs) solo podrá ofertar un gobierno con una única e inevitable pareja de baile con la que estaría obligado a gobernar. Al final, por falta de decisión o de ambición, Moreno Bonilla ha dejado escapar la posibilidad de ensayar un acuerdo parlamentario que le hubiera permitido liberarse, aunque solo fuera por un corto periodo, de la permanente sombra de Vox. Ha sido una ocasión perdida.

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