La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Olvidar a los muertos en una semana

Muy bien estuvo Fernando Simón cuando anteayer dijo: "Estos últimos días hemos recibido muchísimos mensajes de profesionales sanitarios alertando de los riesgos a los que nos exponemos si no cumplimos con las medidas de reducción de riesgos que se proponen. Lo que han vivido los profesionales sanitarios y la población en general no lo podemos olvidar tan rápido. No podemos olvidar a nuestros 26.920 fallecidos [que a fecha de ayer eran 27.104], no podemos olvidar que todavía tenemos 176 fallecidos nuevos entre ayer y hoy [que ayer fueron 184], no podemos olvidar todos los hospitalizados que todavía están en los hospitales, ni a todos los que estuvieron. No podemos olvidarlos en una semana".

El espectáculo de una minoría lo suficientemente numerosa para ser significativa y sobre todo peligrosa indigna con razón a la mayoría sensata y a los profesionales sanitarios que están pagando un alto precio en un ejercicio de su vocación que va más allá de la mera obligación: entre 35 (cifras oficiales) y 60 o 70 fallecidos (cifra estimada por diversas fuentes colegiales), y 44.758 infectados, a lo que hay que sumar el estrés físico por las agotadoras jornadas y el emocional por lo vivido. Por ellos y por nosotros debemos ser prudentes y obedecer las recomendaciones. Quien no confíe en la eficacia de este Gobierno -que fundados motivos ha dado para no hacerlo- que lo desobedezca a la japonesa: siendo aún más cuidadoso de lo que se recomienda y no haciendo todo lo que se permite si no es necesario. Y no es pánico, sino lo contrario: la razón y la solidaridad guiándonos.

En mis paseos he visto apelotonamientos de desaprensivos en las puertas de los bares y grupos de niñatos sin mascarillas. No se trata de cuidarse o no, que es siempre una decisión personal, sino de cuidar de los demás. No se trata de la propia salud, sino de la de nuestros conciudadanos. No se trata de respetar la propia vida, sino las de los otros. Todos sabemos lo muy contagioso que es este virus que ha matado a un mínimo de 27.000 personas y ha provocado una crisis económica peor que la de 2008. De regresar al confinamiento por un repunte las consecuencias serían aún más catastróficas. ¿Tanto necesitan apelotonarse para convivir? ¿Tan poco piensan en los demás? Una cosa es la sociabilidad y otro el estúpido gregarismo ovejuno. Parece que sí podemos olvidar a los muertos en una semana.

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