ERA una maniobra de distracción que ha culminado con un éxito sin precedentes. Mientras todos nos concentrábamos en las pequeñeces mundanas de nuestras ciudades, con la efervescencia de saber quiénes las gobernarían los próximos cuatro años, los socialistas malagueños trabajaban en silencio con una altura de miras muy alejada de nuestras pobres cuitas domésticas: el objetivo era salvar Europa de la ultraderecha y lo han conseguido.

Por eso, cuando los periodistas podíamos esperar, tras la reunión de la ejecutiva del PSOE de Málaga, una descarnada autocrítica por los resultados de los comicios municipales del pasado domingo, el velo de la verdad ha caído para sacarnos de nuestro craso error.

El PSOE de Málaga ha vencido en las elecciones europeas de “forma clara y contundente”, con cuatro puntos más de ventaja sobre el PP que la media nacional que los socialistas han obtenido. Así que han contribuido “de forma decisiva” a que España sea “el único país capaz de poner coto a la expansión de la ultraderecha”, según explicó el secretario general del partido, José Luis Ruiz Espejo (consulte el comunicado completo enviado este martes por el PSOE de Málaga).

Y ante esta realidad que al resto de los mortales nos había pasado un poco desapercibida, ¿qué importancia tiene que el PP pueda gobernar a más del 80% de la población de la provincia? Qué más da que unos 30.000 votantes socialistas europeístas le dieran la espalda al partido cuando a la hora de depositar la otra papeleta en la urna. Para qué cuestionarse si el partido en la mayoría de las localidades donde sus rivales les ha abrumado con una mayoría absoluta disponían de unos pésimos candidatos, que por cierto han sido designados por esta dirección. Al fin y al cabo los socialistas no levantan cabeza desde 1995 y en ocho años han subido un 3%. Y que se sepa nadie ha dimitido nunca porque se camine de derrota en derrota.

Pero es que esta vez la misión era Europa estúpido. Y los socialistas malagueños, con su tenacidad la han salvado.