DESCARTADA la viabilidad de un Pacto de Estado frente a la crisis económica, dados los puntos de partida contrapuestos de PSOE y PP -bueno, de partida y de llegada-, sólo queda aferrarse al mal menor de esa comisión gubernamental que habrá de negociar con los grupos parlamentarios una serie de medidas concretas anticrisis.

No hay más salidas desde el punto de vista político. Ni Rajoy va a presentar una moción de censura que tiene perdida de antemano, ni Zapatero va a plantear la cuestión de confianza al Congreso, ni va a convocar elecciones anticipadas -espera a que escampe- ni, mucho menos, los diputados socialistas le van a retirar su apoyo. Por intereses partidistas, a Zapatero le conviene aguardar a que aparezcan de verdad los brotes verdes y despunte el final de la recesión, y a Rajoy, que ZP llegue a los comicios convertido en el político bajo cuyo mandato se destruyó más empleo en toda la historia democrática.

De modo que lo único a lo que podemos aspirar es a que la tripleta Salgado-Blanco-Sebastián se tome en serio el encargo de su jefe y acuda a las negociaciones con la humildad necesaria para no tratar de imponer la política económica del Gobierno y para atender las propuestas de los grupos parlamentarios. Aunque no lo parezca, seguro que no debe ser tan difícil encontrar un amplio campo de coincidencias. No si hablamos de impuestos o pensiones, pero sí puede haberlas en medidas puntuales para reducir el déficit público, aumentar la competitividad y dar solidez al sistema financiero. Y, total, solamente van a emplearse dos meses en la tarea. Después de años perdidos por el optimismo del Gobierno, dos meses suponen poco en caso de que todo termine en desacuerdo, y nada si los reunidos logran el consenso y mejoramos algo las cosas.

La actitud previa de los grupos parlamentarios permite abrigar cierta esperanza. Tanto los nacionalistas catalanes -urgidos a rememorar su antigua responsabilidad y talante constructivo- como los vascos han expresado una disposición favorable a los pactos. Lo veo más difícil en el caso de Izquierda Unida, que rehúye todo lo que huela a recorte social y sacrificio de conquistas logradas durante las vacas gordas. ¿Y el Partido Popular? Acude con la escopeta cargada porque por nada del mundo querría que de ahí salga algo parecido a un reforzamiento de Zapatero. No tiene por qué. Una de las evidencias que revela esta comisión es que Zapatero se sabe incapaz por sí solo de afrontar la crisis y, además, no espera una mejora de la situación a corto plazo (si no, ¿de qué iba a abrir negociaciones?).

Aun así, el PP no puede quedarse fuera. Ha de ir, y sin condiciones excluyentes. La gente no entendería otra postura.

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