EL ministro Montoro se queja de la España que ha heredado, entre otros, de él mismo. Cristóbal Montoro, titular de Hacienda y Administraciones Públicas desde hace siete meses, ya fue ministro de Hacienda de 2000 a 2004. Por lo tanto, era el responsable de los impuestos, IVA incluido. Y debería sentirse corresponsable, junto con ex ministros como Solchaga, Solbes, Rato y Salgado, de lo poco que se cobra ese gravamen por falta de control y exceso de picaresca. Por eso es de las personas menos legimitadas para escudarse en decir "si el IVA lo pagaran más quienes lo tienen que pagar, no habría que subirlo tanto. Imposible que lo diga más claro". Clarísimo, señor ministro. La fiscalidad no depende del poder ejecutivo del Gobierno, ni de la legitimidad parlamentaria que emana de las urnas, ni del cumplimiento de las normas, sino de que a los defraudadores vocacionales les dé la real gana de ser buenos con la comunidad. Estamos aviados.

Es la misma actitud condescendiente con las grandes fortunas que no tributan y a las que se les ofrece una amnistía, escandaloso agravio para los ciudadanos que sostienen con honradez y sin bonificación el erario público. Hacerse el nuevo alegando que "la pregunta de con IVA o sin IVA se ve como un deporte nacional" es quedarse cruzado de brazos.

La próxima subida del IVA es mitad órdago mitad paripé para calmar a Bruselas. Porque no le busca las cosquillas a quienes se escaquean. Tendrá efectos contraproducentes porque aumentará el número de empresarios, autónomos y profesionales liberales que, para no perder clientes, pactarán con ellos un precio sin IVA y no aflorará esa compra o esa prestación de servicios. Y si Montoro quiere abolir ese deporte nacional, tiene en la provincia de Sevilla, circunscripción que representa como diputado, terreno abonado donde movilizar a los militantes del PP en una campaña puerta a puerta para que el vecindario exija facturas y aprenda a pagar primero y recibir después. ¿Logrará voluntarios?