editorial

Paseo triunfal de Rajoy y Arenas

EN 1990 Alianza Popular celebró en Sevilla un congreso de renovación y modernización simbolizado en la elección de José María Aznar como nuevo presidente, bendecida por Fraga con su célebre gesto de ruptura de carta dimisionaria y su frase "ni tutelas ni tutías". Aznar tardó seis años en conducir al poder la formación política de centroderecha, ya convertida en Partido Popular. Veintidós años después el PP vuelve a celebrar un congreso nacional en la capital andaluza, el número diecisiete de la organización. En este caso el contexto es bien diferente. Ahora no se trata de disputar la gobernación al Partido Socialista, sino de celebrar que ya ha sido conquistada y prolongarla hasta el último bastión del PSOE, precisamente la Comunidad Autónoma Andaluza. Durante el año 2011 el Partido Popular, liderado con pragmatismo y moderación por Mariano Rajoy -muy cuestionado hace tan sólo cuatro años tras perder las elecciones dos veces frente a Zapatero-, ha triunfado en los comicios municipales y autonómicos de la primavera y ha redondeado su victoria con las elecciones generales del 20-N, en las que logró una mayoría absoluta incontestable y superior a la de Aznar once años antes y redujo a su mínima expresión parlamentaria al PSOE, forzándole a un congreso del que ha salido dividido y debilitado, probablemente para mucho tiempo. Es por eso por lo que el congreso del PP, que concluye este mediodía, ha sido el más tranquilo que se recuerda, con unas ponencias que refuerzan la ideología y el proyecto de vocación social mayoritaria del partido, las escasas tensiones derivadas de la ubicación de algún barón en el nuevo organigrama remodelado a raíz de la llegada a la Moncloa y un Mariano Rajoy aclamado por sus victorias y y su talante. Aparte de la euforia y el entusiasmo, el congreso ha servido también como con- fesada rampa de lanzamiento de la candidatura de Javier Arenas a las elecciones andaluzas que tendrán lugar dentro de cinco semanas. Arenas, que ya lo ha intentado en otras tres ocasiones, se encuentra ahora más cerca que nunca de ver satisfecho el viejo sueño de gobernar su tierra que es, a la vez, el sueño común del Partido Popular de derrotar al Partido Socialista allí donde ha estado en el poder siempre, desde la conquista de la autonomía. Rajoy y todos los compromisarios del congreso han venido a darle el empujón definitivo para que haga buenas las encuestas que unánimemente auguran la victoria del PP frente a un PSOE que no ha sabido afrontar los vientos de cambio anclados en la sociedad.

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