La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Pedradas

La democracia no es un tuit ni un 'sketch' publicitario, es algo mucho más serio, aunque parecen no entenderlo

En el Estado democrático, a las ideas distantes no se le tiran piedras o bolas de acero, se las vence con mayorías constantes. El crédito no crece para el distinto por lanzar pedradas contra el discrepante, sin más argumentos que la razón que tiene su exclusiva opinión. El argumento democrático se construye con palabras más que a pedradas, bombas o balas. Palabras que viertan el afecto, voto a voto, hacia la mayoría que ratifique las posturas y las ponga en el gobierno. Incluso los que no ganan la mayoría, como prueba de necesidad democrática de su papel, deben asumir un encargo: el de control e impulso de la acción del gobierno. La democracia no es un tuit ni un sketch publicitario, de intención concreta e impacto inmediato. Es algo mucho más serio, aunque parecen no entenderlo, ebrios de demagogia como se les ve.

Apedrear la libertad desde la acera de enfrente a las propias ideas es sinónimo de escasa razón, intolerancia plena y frugal sentido de lo que significa democracia. A ver si hemos pasado por aquella dura etapa de la reconciliación de la Transición, para retomar de nuevo, cuarenta y cinco años después, aquellos odios que sufrieron nuestros abuelos y que hoy tuvieran que parecer de moda, de nuevo, por mero interés electoral de una hiperbólica forma de hacer política. ¿O es propaganda?

La justicia está empezando a desmontar la fábrica de venenos con la que Pablo Iglesias impulsa la ruptura entre frentes. Esa pócima que verter a diario con monederas, echeniques y lacambradas formas sin recato, para que la serpiente dormida despierte del letargo y se arrastre con radical intención hacia un futuro de consensos rotos y bronca continua. Al vicepresidente segundo de Sánchez, hijo de aquel exmiembro del FRAP, el juez García Castellón lo ha pillado con el carrito del helado y la tarjeta SIM del móvil de su exasesora Dina Bousselham en su poder. Lo han visto, y el juez ha pitado fuera de juego vicepresidencial. De ese lugar nada sobra para decir que la cloaca era el mismo Pablo.

España es hoy víctima de la exageración política, populista y radical por ambos extremos, y eso promete desgajar más que coser nuestros hilvanados retales tras la pandemia. De ahí que la mínima esperanza tras el acuerdo de PP y C's con los partidos del gobierno para aprobar el decreto post estado de alarma, sea una única vela de llama escasa con la que aspirar a iluminar un futuro menos agresivo y regresivo que el que las circunstancias actuales alimentan.

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