La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Pedro Sánchez y la rana hervida

Ninguna concesión a Bildu, PNV y ERC es por sí misma ilegal o ilegítima, pero todas van en la misma dirección

El síndrome de la rana hervida se resume así: si se echa una rana en un caldero de agua hirviendo, saltará instintivamente y se salvará, pero si se echa en uno de agua fría que se va calentando progresivamente, acabará cociéndose y morirá sin percatarse del peligro. Ilustra cómo los daños pequeños o lentos que se infligen a una persona o un colectivo no acaban de ser percibidos hasta que terminan siendo graves e irreversibles. Precisamente por la falta de conciencia sobre la amenaza que representan.

Ninguna de las concesiones hechas por Pedro Sánchez a ERC, PNV y Bildu en la negociación de los Presupuestos es por sí misma inconstitucional, ilegal o ilegítima. Como tampoco lo es la voluntad de revisar el delito de sedición en beneficio de los condenados del procès o la decisión de elevar a la categoría de socio y aliado al partido que, aunque sea legal, más se merece un cordón sanitario de los demócratas, por su pasado, por su presente de homenajes a asesinos y por el futuro que diseña para todos. El problema es que todas las concesiones van en la misma dirección: debilitar a la España constitucional, romper su unidad y sustituirla por otra cosa. Que hierva la rana poco a poco, sin darse cuenta para que no pueda reaccionar.

Total, no pasa nada por suprimir de la ley la consagración del castellano como lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña (ni hay problemas de lenguas allí, como proclama el sabio inútil Castells). Ni por cederle al PNV los terrenos del cuartel de Loyola, símbolo de la presencia de las Fuerzas Armadas en Euskadi. Ni por darle a ERC protagonismo directo en la política fiscal de Madrid (Comunidad), en el bien entendido de que no se tocará la autonomía fiscal, más bien soberanía fiscal, del País Vasco. Ni por renunciar al control de los dineros de la Generalitat. Ni por vetar la mera posibilidad de una negociación presupuestaria con partidos comprometidos con la idea de España y preferir una alianza estrecha, más que presupuestaria, con quienes la idea que tienen es acabar con ella. Ni por convertir el Partido Socialista en Partido Sanchista, despreciando la voz de quien condujo al PS al mayor éxito de su historia centenaria. No pasa nada, pero casi seguro que pasará todo.

Cuando el 91,5% de las bases de Bildu apoyan los Presupuestos como lo mejor para alcanzar la república vasca, los autores de los Presupuestos no pueden estar contentos. Y la rana en el caldero, menos.

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