Pensadores de España

"La verdad es la que es y sigue siendo verdad, aunque se diga al revés", afirmaba Antonio Machado

Apenas cinco días quedan para el término de este 2017 y estoy seguro de que aún hay margen para que su contenido histórico nos pueda deparar alguna sorpresa de calado más sobre aquella comunidad autónoma de la novísima estelada, que viene dando guión para teatro sin término, sobrepasando, también, cualquier imaginación, por prolífica, brillante y ocurrente que ésta sea.

Ahora mismo y pese a la cantidad inmensa de opiniones, cálculos, avisos, prospecciones, sondeos, encuestas, contrastes de pareceres y cien actividades más, incluidas algunas que algo tienen que ver con las artes adivinatorias y que, en suma, constituyen un auténtico gallinero nacional, en Cataluña nadie sabe lo que va a acontecer pues, aunque alguien ha definido la política como el "arte de lo posible", la certeza sólo la tenemos de que en realidad es el arte de lo imposible, de lo inesperado, de lo sorpresivo, según vemos.

Desconocemos si fueron muchos los españoles que llegaron a creer, de buena fe, que esta deriva separatista encontraría o podría encontrar sus límites con la aplicación del manoseado artículo 155 de la aún vigente Constitución, pero lo cierto es que el camino hacia los nuevos comicios autonómicos del pasado 21-D, nos ha llevado de nuevo al punto de partida, así comprobamos la certeza de lo que afirmaba don Antonio Machado: "La verdad es la que es y sigue siendo verdad, aunque se diga al revés".

Y la verdad es que España -toda- tiene un pollo tremendo con esos más de dos millones de separatistas convencidos, pertinaces, militantes, instructores y votantes en aquella región, hoy llamada "país" que, en demasiadas cosas está al filo de lo nazi. Más de dos millones de personas, de toda edad, sexo, profesión, condición y confesión, que han dejado bien claro que no quieren ser españoles, que se sienten y se creen muy por encima de España y que no desean tener nada que ver con España. Y lo desean con todas y cada una de sus consecuencias. La suerte es que -aún- no tienen un líder único. No quieren seguir juntos a los demás españoles por el camino común que se emprendió hace siglos. Y esa realidad, que ahora es más insoslayable que nunca, ha puesto de manifiesto un problema social de tan profunda envergadura, que hoy por hoy es el más grave de todo el presente de España. Ahí deseo yo ver la altura de miras de pensadores y de políticos de verdad, de personas de Estado. ¿O no?

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