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Rafael / Padilla

Pésimos tiempos

DICEN los analistas que la coyuntura actual del PSOE es diabólica. No les falta razón. Tanto en lo inmediato como en el medio y largo plazo, el socialismo español se enfrenta a incógnitas de enorme complejidad, en las que se juega hasta su propia supervivencia como fuerza política. A cortísimo plazo, debe optar entre propiciar con su abstención el Gobierno de Rajoy o, negándose, provocar unas terceras elecciones. Ambas decisiones implican riesgos graves. Si se abstiene, defraudará a una buena parte de su electorado (la más joven; quizás también la situada más a la izquierda) que no va a entender el brusco cambio de rumbo. En ese sentido, no cabe olvidar que el rechazo a Rajoy constituye hoy casi el único factor de cohesión del partido. Por contra, si nos conduce a otras elecciones, es previsible que reciba un nuevo y dramático castigo electoral que le relegue, incluso, a una posición secundaria en el ámbito de la izquierda española. Locos por la música andan el PP y Podemos, sabedores de que las urnas de diciembre, desastrosas para España, egoístamente les abren suculentas vías de crecimiento. La pérdida en el PSOE parece pues garantizada y sólo le restaría averiguar dónde penará un invierno menos gélido.

La perspectiva se agrava si ahondamos en las raíces de la crisis socialista. Tiene el PSOE, como lo tiene el PP, un problema generacional. Si observamos el porcentaje de votos por edades, descubriremos que Podemos le dobla en apoyos en la franja de los 18 los 44 años. Esa brecha es especialmente delicada para los socialistas porque, a diferencia del PP, no cuentan tampoco con un soporte tan mayoritario, ni posiblemente tan estable, entre los electores de más de 45 años. Tienen por delante, en consecuencia, una tarea ingente: articular un discurso ideológico que recupere juventud y no espante a su clientela madura. De cómo tejer una manta capaz de abrigar sensibilidades tan distintas y satisfacer ópticas e inquietudes tan dispares es de lo que habrán de ocuparse los futuros líderes socialistas. Y si a eso unimos otras variables (la actitud ante el nacionalismo, por ejemplo) me temo que siempre les va a faltar lana.

Son pésimos tiempos para unas siglas indispensables en la vertebración y en la estabilidad del país. Se equivoca quien se alegra de sus cuitas: sin una vigorosa y sólida presencia del PSOE, la deriva del Estado entrará en aguas tan desconocidas como inquietantes y peligrosas.

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