PANORAMA SIN EL SILO

Francisco Peñalosa

Picasso, loba

SI Picasso hubiese vivido en el siglo XXI, ahora podríamos admirar, fascinados, retratos al aguafuerte de Carod Rovira, Gaspar Zarrías, Rouco Varela o del Enano de la Cope. Pero sobre todo, lo mejor sería disfrutar con el autorretrato de Picasso disfrazado de Loba Capitolina, con sus ocho ubres y recolgado en cada teta un rebaño de mamones, formando ocho racimos: los políticos, los curatores, los críticos, los artistas, las ex mujeres, los familiares, los paisanos y el propio Picasso, que chupaba de sí mismo.

Cuando la Junta de Andalucía decidió ordeñar la memoria de Picasso, creando el MPM de Málaga, hacía medio siglo que Barcelona tenía su Museu Picasso. Ya sabemos que el MPM es un museo menor entre los monográficos dedicados al maestro de La Merced. En la exposición temporal que estos días se puede ver en el Reina Sofía, se exhiben más de 400 piezas y la colección del MPM está compuesta por 150. Pero gracias al MPM, el turista cultural conoce el hermoso edificio mandado construir por Diego de Cazalla en el siglo XVI, con un rumoroso patio de acacias, rododendros y mandarinos enanos, una entrañable higuera, unos excelentes artesonados mudéjares, una muralla fenicia; y, sobre todo, tiene la oportunidad de hacer la travesía del vecino Pimpi. Un viaje fascinante entre Roma y Granada a lomos de un catavinos cordobés.

Pablo Ruiz se hizo pintor en Barcelona, pero se hizo Picasso en Francia. Y aquel pintor francés, que nació Málaga, representó a la France en las grandes exposiciones internacionales de pintura, excepto en la Expo de París de 1937, cuando expuso El guernica en el Pabellón de la República Española, acompañado por un mural de Miró y por las esculturas de Julio González, Alberto Sánchez y Alexander Calder.

En su tierra natal, el pintor de la mirada zaina sigue siento desconocido y a veces odiado, por rojo y camelista. Pero hay honrosas excepciones de reconocimiento popular. Por ejemplo, el 26 de octubre de 2003, víspera de la inauguración del MPM, en un bar de la calle Ollerías, esquina a la calle Cabello, un ex proxeneta se tomaba el sexto pintao, acompañado de la rabiza de toda su vida, también ya jubilada. El antiguo alcagüete discutía con los colegas acerca del poderío sexual de Picasso hasta el fin de su vida, y ebrio de añoranza por el vigor que se fue, se puso a parafrasear a los vecinos de Villar del Río en Bienvenido Mister Marshall, cantando así: "Pablo Picasso, te recibimos con alegría,/Pablo Picasso, eres orgullo de Andalucía./Pablo Picasso, que en La Merced viste el primer día,/Pablo Picasso, préstamela aunque ya esté fría./Pablo Picasso, ole tu madre y de tu tía." Garcilaso puro.

Al parecer el ex chulo no tuvo ningún éxito en su petición de trasplante de órgano y se tuvo que meter a zaputero, que en el diccionario de Coll significa: "Fabricante de calzado para las rameras, cuyos beneficios luego se gasta con las mismas".

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