En tránsito

eduardo / jordá

Pobre Europa

PARECE ser que el único personaje público que ha hecho un discurso apasionado a favor de Europa, en estos últimos tiempos, ha sido un contante, Bono, el que fuera líder de U2. Y por lo que he leído, lo ha hecho en Dublín, en una reunión de dirigentes conservadores europeos a la que había sido invitado, no sé muy bien por qué. Como es habitual, los políticos profesionales se han limitado a pronunciar las habituales vaguedades huecas y bienintencionadas. Pero Bono ha hecho justo lo contrario: ha hablado de Europa como de nuestra única patria real, y ha dicho que todos deberíamos creer más en la Europa de los sentimientos compartidos en vez de aceptar con resignación la fría y burocrática Europa de las leyes y de los tratados. Y Bono incluso se ha permitido recomendar a los europeos que comprasen productos españoles, en vista de los sacrificios que estamos haciendo y que de momento no parece que nadie nos haya agradecido. Mariano Rajoy, que estaba escuchando el discurso, se ha limitado a aplaudir con frialdad. Por lo demás, dudo que supiera quién era ese Bono que estaba hablando. Ya sabemos que ni la música ni el arte parecen interesarle en lo más mínimo.

Ya era hora de que alguien hablara así a favor de Europa. Con el auge de los nacionalismos de pacotilla y de todos los extremismos populistas, tanto de derechas como de izquierdas, cada vez están surgiendo más enemigos de Europa. Unos la acusan de ser débil, ineficaz, blanda y relativista, y otros la acusan de ser una simple entidad política al servicio de los mercados y de los grandes financieros. Por lo visto, nadie se acuerda de que una buena parte de nuestros servicios públicos se han financiado con dinero que venía de la Unión Europea. Y que si no fuera por Europa, no habría ni la mitad de ambulatorios o carreteras o estaciones de tren o subvenciones agrarias a los campesinos. Y también olvidamos que si podemos vivir con un mínimo de tranquilidad -aunque sólo sea la tranquilidad relativa de estos tiempos de penurias-, ello se debe a que formamos parte de Europa.

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar una identidad europea? ¿Por qué hay cada vez más gente que se muestra escéptica o indiferente ante la idea de Europa? ¿Y por qué a los políticos europeos les cuesta tanto hablar bien de Europa como ideal común? Todo esto es incomprensible. Si lo pensamos bien, lo mejor que nos ha ocurrido como país ha sido pertenecer a Europa y llegar a ser ciudadanos europeos. ¿Tan difícil es que nuestra clase política lo reconozca?

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