Postales desde el filo

Poder esclarecedor

Seguimos actuando según la lógica del bipartidismo, sin entender las complejidades de la nueva realidad política

Sostiene Mark Thompson, consejero delegado del NYT y ex director general de la BBC, que "ha aumentado el impacto y la carga emocional del lenguaje político, pero se le ha robado su poder esclarecedor". Una reflexión tan valida para la lucha electoral como para las batallas internas de los propios partidos. Al menos eso pienso cuando me asomo a las redes sociales (¡quien me mandará!) y deprimido veo el tono que está adquiriendo el debate de las primarias socialistas. En fin, para qué contarles, ya conocen ese odio cainita propio del rebaño digital.

Aunque son muchas las causas que pueden explicar tanta crispación, el verdadero casus belli, lo que está en el centro de la situación actual, sigue siendo la abstención socialista en la investidura de Rajoy. Que un asunto tan importante para una formación política pueda generar todo tipo de reacciones, no justifica lo que está pasando. La único cierto es que las cosas se hicieron rematadamente mal y que nadie supo estar a la altura de las circunstancias. Ni se atrevieron a decir lo que pensaba, ni ejercieron el liderazgo cuando más necesario era. Susana Díaz cometió el error de no proponer la misma noche electoral lo que, para ella, había defendido en Andalucía: si no se puede formar una mayoría alternativa, hay que dejar gobernar a quien ha ganado las elecciones. Por su parte, los defensores del "no es no", al plantearlo como un imperativo ético se evitaron la molestia de tener que medir las inevitables consecuencias de tal decisión: lo más probable, nuevas elecciones para volver otra vez al mismo sitio. Y que los socialistas, después de llevar de nuevo a los españoles a las urnas, se encontrasen otra vez paralizados ante la misma disyuntiva. Más que la abstención, el verdadero problema fue la lamentable gestión que hizo todo el PSOE de sus resultados del 26J. Aquella patología. Como conocen lo acontecido desde entonces, comprenderán que lo último que necesitan ahora los socialistas es convertir sus primarias en una guerra en la que sólo parece estar en juego la supervivencia política de unos y otros.

El problema es que seguimos actuando según la lógica del bipartidismo, incapaces de entender las complejidades de la nueva realidad política. No digo que no siga siendo decisivo el eje izquierda-derecha, sólo que ahora debemos interpretarlo a partir de una realidad bien distinta a cuando los dos grandes partidos ocupaban casi el 90% de la Cámara.

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