Polémicas educativas

Discutimos mucho por temas educativos, pero nadie hace nada por reformar un sistema que funciona muy mal

Según he leído, una ex concursante de Operación Triunfo -es decir, eso que se suele llamar una triunfito- acaba de sacar un libro de poemas en una editorial de prestigio. La ex concursante ha confesado que ella no sabía expresarse bien por escrito y que además cometía muchas faltas de ortografía, pero que el libro se lo había ayudado a escribir una coach y que estaba muy orgullosa de haberlo escrito. Maravilloso. Según la Wikipedia (esta chica tiene una página dedicada a ella), la ex concursante tiene aprobado el Bachillerato Artístico. Es decir, que es una persona con cierto nivel educativo. Pero aun así, no sabe expresarse bien. Y comete faltas de ortografía. Y se atreve a escribir un libro. "¡Repámpanos!", como dijo una tía mía cuando me vio llegar con el Ummagumma de Pink Floyd en la mano.

En España discutimos mucho por temas educativos (basta pensar en la polémica de la ex ministra Tejerina a causa de las estadísticas del informe PISA), pero nadie hace nada por reformar un sistema que ha demostrado funcionar muy mal. Digámoslo claramente: nuestro sistema educativo es pésimo. Es memorioso, burocrático, caótico, y, en algunos casos, hasta mentiroso y anticientífico (hay libros de texto, sobre todo en Cataluña, que distorsionan la realidad histórica por pura intoxicación ideológica). Y no es un problema de falta de medios -aunque más medios nunca vienen mal-, sino de cómo está concebido todo el sistema y cómo está programado. Y si queremos que funcione, habría que cambiarlo de arriba abajo. Pero habría que cambiarlo todo. Todo. Lo que se enseña en las facultades de Pedagogía y de Magisterio. Los planes de estudio. Las asignaturas. La forma de enseñarlas. Las normas de disciplina en el aula. La actitud de los padres. La actitud de las AMPA. Y también, y esto es muy importante, la actitud de los sindicatos, que actúan como las antiguas órdenes religiosas que controlaban la educación en beneficio propio. En fin, habría que cambiarlo todo. Y centrar el esfuerzo educativo en la lectura comprensiva. Y en la buena expresión, oral y escrita. Y en el aprendizaje de las matemáticas. Pero nada de eso se hará, gobierne quien gobierne. Y las ex concursantes semianalfabetas seguirán publicando, muy orgullosas, libros de poemas que ni siquiera han escrito ellas (o ellos, que lo mismo da).

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