La tribuna

José Perez Palmis

Política en chancletas

CÓMO queréis el café? ¿Con mucho o poco azúcar?". La voz de soprano de Sonsoles dominó la conversación de Zapatero y Rajoy sentados al borde de una piscina. Una cucharadita pidieron los dos que, como todos los veranos, celebraban un encuentro a escondidas de focos y cámaras. Hablar distendidos produce saludables efectos cardíacos y lima asperezas, a pesar de que los políticos ni en los momentos de mayor cordialidad se fían de su padre, ni dentro ni fuera de su partido. Sin haberse puesto de acuerdo, los dos llevaban en esta ocasión la misma clase de chanclas. Pues ya ves, decía Zapatero, me las he comprado en el chino de la esquina. Fui de incógnito, pero al puñetero, más listo que el hambre, le faltó tiempo para empezar "homble, señol Zapatelo, usted pol aquí" "No sigas", le atajó Rajoy. "Con gafas grandes de sol y peluca pisé su tienda, y al segundo le oí: don Maliano Lajoy, qué suelte la de tenel su visita" Y el buen comerciante largando chancletas de saldo.

Jugando con los pies en el agua los dos grandes de la política estaban midiéndose con el gesto, a ver quién empezaba a conversar sobre la vida, la política, el futuro, sabiendo que los alfilerazos tardarían poco en llegar. "Qué mala suerte tienes con Madrid, chico", rompió Rajoy. "No te sale bien nada. En seguida te salta la liebre. Muy calladito te tenías lo de la candidatura de Trinidad Jiménez, y mira por dónde aparece Tomás Gómez y dice que para número uno, él, y si no le creen, a las primarias". Intentó defenderse Zapatero del derechazo de su oponente haciendo elogios de la democracia interna de un partido, de sus valores éticos, pero pronto se dio cuenta de que su defensa no borraba la mala impresión de no haber podido salirse con la suya de buenas a primeras y tener que pelear por su candidata. En un intento de nivelar la partida, le lanzó un izquierdazo a Rajoy. "Tú pintas también muy poco en Madrid. No eres santo de la devoción de Gallardón ni menos de Esperanza Aguirre. Van a su bola y no hay quien les tosa. Hacen y deshacen a sus anchas, aunque por las enormes deudas del Ayuntamiento madrileño la cosa está que trina". Rascándose la barba devolvió el golpe Rajoy que, con evidente, ironía hizo valer el desahogado voto de la cancha madrileña a favor de sus colores, mientras que los socialistas no se comen una rosca. Un contraataque rápido de Zapatero puso sobre el tablero el nombre trabalenguas de Lissavetzky como candidato a la alcaldía de Madrid, merced a sus viajes con los campeones españoles, desorientando a Rajoy el brusco cambio, del que no tardó en rehacerse, sin embargo, afirmando que con Alberto Gallardón no hay quien pueda, ni yo mismo; y si no, ya lo ves, ha salido por su cuenta proclamándose aspirante a un nuevo mandato. Eso de que de Madrid al cielo está bien para los chotis, pero políticamente es una pesadilla de mil diablos. Mucho tienes que correr si deseas comerte un torrao madrileño. Antes habrás de dirimir la tradicional reyerta de vuestra federación madrileña con la dirección nacional y la figura que salga, que lo hará plagada de tiritas y vendas por la mucha leña repartida, verá, en cambio, a mi Alberto más fresco que una lechuga.

Después de este primer combate los dos líderes guardan silencio, aunque vigilándose por el rabillo del ojo. Haciéndose el distraído, Zapatero saca a relucir las noticias recibidas según las cuales los "Gürtel" (cinturones) de cuero se vendían este verano en Lübeck (Alemania) a tres euros la pieza y que la palabreja aparece diez o doce veces en la obra Bestia del corazón (Herztier) de la premio Nobel alemana Herta Müller. Tuvo sus efectos el golpe bajo y a punto estuvo de escurrírsele el vaso cafetero a Rajoy, pero para no perder el ambiente de cordialidad los dos hicieron un brindis a su salud ante el hecho de que los suyos, los de cada cual, hacen de su capa un sayo. Efectivamente, mi Cid Campeador como tú le llamas, se ha puesto por montera las Torres de Serrano y sale diciendo que para transparencia, la de su comunidad valenciana. Francisco Camps me tiene la sangre frita, lo digo en voz baja, muy baja. La última ha sido la de no preguntar a nadie nada, subirse a la Torre del Miquelet y autoproclamarse el número uno para la reelección y no contento con eso, coge la sentencia del Tribunal Constitucional obligándole a responder a las preguntas de la oposición precisamente sobre el Gürtel y poco menos que la tira a la papelera. Vaya verano.

"Oye, Mariano, lo de los toros, que no se te olvide. Os conozco y sois capaces de empezar a exigirme torear, y hasta ahí hemos llegado. Si tengo que salir al ruedo, tú delante de mí. Habrás visto que he sido muy prudente con el golazo de Iniesta y que no lo he rentabilizado, pero atarme los machos y empezar a dar capotazos, tú y tus toreras primero. La política es muy dura, aunque no tanto como para exigirte enfrentarte a un morlaco de seiscientos kilos". "Hecho, a los taurinos los dejaremos fuera. Otra copita y vamos cerrando la tarde veraniega".

Pronto se les oye desafinados entonando "canta y no llores" hasta que la soprano Sonsoles impone orden musical y la canción recupera su alegría y dulzura.

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