Política a la gresca

13 de enero 2024 - 00:00

Mientras en el mundo buscan a Taylor Swift para que anime a los jóvenes a votar al Parlamento Europeo y suscite una mayor participación política, en España vivimos en una democracia en un estado de confusión resultado de una continua política a la gresca. Así, lo característico hoy es el alboroto o la bulla que genera una discusión sin sentido. Es una política llena de tacticismo y estrategia –de sorpresas ocultas, de golpes de efectos y de príncipes de la tinieblas-, de teatro y de espectáculo, de política al límite y de política en los límites -siempre al borde de las reglas del juego-.

En la primera columna que escribí en este periódico, en julio del año pasado, afirmaba que estábamos entonces ante “una posible pero muy difícil y ardua gobernabilidad” y que había la posibilidad de “un gobierno de Sánchez con el apoyo de Junts, seguramente, con unas condiciones inasumibles alrededor de Puigdemont”. Es una palabra, que sería una legislatura muy difícil para el gobierno.

Si la transición se caracterizó por el consenso y por una sociedad que sólo estaba de acuerdo en ponerse de acuerdo para construir una democracia. Hoy, sin embargo, precisamente lo que predomina lo contrario: el conflicto y el desacuerdo. Sánchez escogió un camino difícil, el de la cuestión territorial, y decidió abordarla directamente con una mayoría formada por los partidos de la izquierda y los partidos nacionalistas e independentistas. Con Puigdemont ya sabíamos que estábamos lejos de posiciones que quisieran colaborar desde Cataluña a la gobernabilidad de España. Para Junts, la estrategia es asegurar la amnistía y mientras llega, seguirán pidiendo más aunque no estén en el gobierno. Miriam Nogueras afirmó que su partido está en el Parlamento español para defender los intereses de Cataluña. “No estamos aquí por ustedes, ni por el reino. Hemos tenido que llegar a una situación límite para que algunos entiendan que no íbamos a dar nuestros votos a cambio de nada”. Las elecciones catalanas y la amnistía son los incentivos de todo esto. Luego ya veremos.

Sin embargo, la cuestión territorial necesitaba a una izquierda vertebrada y sólida como socio de gobierno y esto también ha fracasado. La ruptura entre Sumar y Podemos se ha consumado y el primer acto de venganza por el fracaso de la coalición se representó esta semana al votar en contra de Sumar –junto con PP, Vox y UPN- el decreto del gobierno en el que se proponía la subida del salario del desempleo. Podemos, desde la izquierda, no será, pues un socio leal ni fácil para este gobierno.

La política emprendida por Sánchez en esta legislatura con sus socios empieza a manifestar, pues, una gobernabilidad muy difícil. Una derecha instalada en el no, y lo negociable con mediador europeo, y lo demás, condicionado por el indepentismo de Junts y la izquierda representada por Podemos. Sumidos en una política a la gresca va a ser dificílismo aprobar cada decreto ley, cada ley, cada propuesta. Por favor, que vengan Taylor Swift o Rosalía a ver si arreglan esto.

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