Postureo pacifista

No sé si la invasión de Ucrania nos despierta del sueño europeo o nos ha sume en una pesadilla bélica

No sé si la invasión de Ucrania nos ha despertado del pacífico sueño europeo o nos ha sumido en una pesadilla bélica. Lo cierto es que en este mes Europa huele a pólvora y a destrucción como ninguna de las generaciones vivas recuerda. En esta tensa atmósfera, el presidente del Gobierno español se atrevió a formular una propuesta que parecía vedada a la izquierda española: aumentar el presupuesto de Defensa. Ni una hora tardaron los portavoces de los otros partidos de esa parte del arco parlamentario para manifestar su más firme y radical oposición. En un alarde de escasa imaginación y profundidad política, todos, miméticamente, expresaron su preferencia en invertir más en gastos sociales que en militares. No cabe mayor simplismo ni mayor infantilismo que esas afirmaciones superficiales e ingenuas que recordaban a las típicas declaraciones de las participantes en los concursos de belleza, felizmente superados, cuando declaraban querer la paz en el mundo. Es evidente que nadie, salvo los muy cafeteros, prefieren invertir en material militar que en asistencia social, educación o sanidad. Pero la política sirve para gobernar la realidad, no para proyectar sueños; y por eso de los representantes públicos se espera que realicen propuestas, no que formulen deseos.

En vez de exhibir ese postureo político tan insustancial, la representación política de la otra izquierda debería esforzarse en presentar una propuesta viable de Defensa y no expresar cantos pacifistas que podrían ser mejorados por cualquier redacción de un estudiante de bachillerato. Tendrían que esforzarse en explicar por qué es justo y acertado dedicar a gastos militares el 1,4% del PIB, que es lo que han aprobado en el último presupuesto, y por qué es una desmesura inadmisible tratar de elevarlo al 1,6%. Es cierto que todo ha de buscar su equilibrio y no se puede entrar en una espiral incontrolable de gastos militares, pero lo que se pretende con la propuesta gubernamental es intentar cumplir con el compromiso europeo sobre política de defensa. No se puede pretender ser una voz respetada y oída en la UE si por principio negamos nuestro esfuerzo en materias que se está demostrando desgraciadamente que son centrales para su propia subsistencia. Perorar contra los gastos militares es sumamente fácil y agradecido, pero de la responsabilidad de los representantes públicos, por muy de izquierdas que se crean, se espera algo más que una manida y trillada conversación de café.

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