Premio de consolación

La política de Estado para premiar a Cataluña con la Agencia del Medicamento se ha demostrado estéril

La lógica dicta que una de las casi seguras consecuencias del conflicto en Cataluña será que Barcelona pierda la posibilidad de albergar la sede de la Agencia Europea del Medicamento, cuando la UE decida su traslado desde Londres a causa del Brexit. Será difícil que el Consejo de Europa ignore los acontecimientos independentistas en su fallo, anunciado para el próximo 20 de noviembre. Y nada menos que hay 17 aspirantes que, de momento, ofrecen tranquilidad y estabilidad.

Son sólo 160 funcionarios los que trabajan para este organismo comunitario. Pero la fuerza de la institución es de tal calibre que, según los datos que se han publicado, Reino Unido en estos años ha logrado reunir a 1.600 empresas del sector farmacéutico. Así que el impacto económico es mucho más importante del que se pueda suponer.

La agencia era el anhelo del alcalde de Málaga que, por tierra mar y aire postal, trató de convencer a Rajoy para que apostara por la Costa del Sol. Vano intento también de sumar el respaldo de la Junta que, como es tradicional cuando una postura puede suscitar envidias territoriales, opta por situarse de perfil. Las pugnas derivadas de los localismos en Andalucía, tan nefastos cuando ahora los vemos en su versión fanática con el nacionalismo catalán, han terminado por desactivar muchos proyectos de interés estratégico para el futuro de esta región. Y ahora somos menos competitivos.

Y sólo hay que recordar, como ejemplo significativo, el proyecto para crear un banco único andaluz, suma de todas las cajas de ahorro de entonces, que terminó en el limbo para que no hubiera que dictaminar al acabar el recorrido que la lógica determinaba, en este caso, que Málaga era la mejor alternativa para su sede central en detrimento de Sevilla. Nunca se aúnan esfuerzos para enriquecer la región, con renuncias incluidas, porque electoralmente no sale rentable que le pueda ir bien al vecino.

Pero en el caso de la Agencia del Medicamento primaba una supuesta política de Estado, estéril, como se ha demostrado finalmente. La intención del Ejecutivo central de realizar un gesto hacia Cataluña. Pero aquí no hay parábola del hijo pródigo porque reniega de toda la familia y en especial de algunos de sus miembros más débiles, a los que tacha directamente de vagos. Así que Málaga ha perdido una bonita oportunidad, como ciudad de moda, de acompañar a su buena imagen cultural una institución tan atractiva como esta agencia del medicamento.

Aunque, si hay algo que caracteriza a Francisco de la Torre es su empeño cuando se fija un objetivo. El viernes anunciaba que la capital acogerá "un centro internacional de Naciones Unidas" dedicado a la formación de funcionarios. De momento, un premio de consolación.

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