Mitologías Ciudadanas

fABIO rIVAS

Priapismo y Covid-19

Me llama un amigo animado por la noticia que ha leído. "No es una fake news de esas que aparecen en internet en relación al coronavirus. Es priapismo. Lo dice una revista médica" -me aclara mi amigo-. "¿Tú tuviste algo de eso?" -me pregunta sin tapujos a continuación, sabedor de que yo ya padecí la infección y que, además, no suelo usar circunloquios para referirme a las cosas, sobre todo cuando es más claro y elegante referirse a ellas sin rodeos ni ñoñerías (lo que sucede la mayor parte de las veces)-. "Pues no, no tuve priapismo" -le respondo. Entonces, en el tono apagado de su voz, noto cierta desilusión, como si mi amigo hubiera aguardado de mí otra cosa. Tal vez que esa supuesta protuberancia en mis partes púdicas, secundaria a la covid, pudiera de alguna manera compensarle a él, en el caso de que también sufriera los envites del maldito coronavirus, con el acrecentamiento de sus partes íntimas, hasta alcanzar la apoteosis del ciprés de Silos, aquel enhiesto surtidor de sombra y sueño que, para el poeta Gerardo Diego, acongojaba al mismísimo cielo con su lanza.

La noticia es que un paciente francés de 62 años sufrió una erección de cuatro horas, mientras recibía tratamiento hospitalario por un ataque grave del coronavirus. La causa de tan repentino ataque de priapismo se debió -según los doctores que le trataron- a una trombosis del pene. Hasta ahora es el primer caso descrito. Se sabe que la Covid-19 favorece la coagulación sanguínea y que estos coágulos en los pulmones se relacionan con la mayor gravedad (a veces mortal) de la enfermedad, pero se ignoraba que esta coagulación pudiera darse también en el pene.

Hay que aclarar que el priapismo es una erección patológica y mantenida del pene, no relacionado con el estímulo sexual, secundaria a una alteración de los mecanismos que producen la detumescencia. Se trata de una emergencia medicoquirúrgica, que si no se resuelve de forma rápida, además de dolor insoportable -afortunadamente, el paciente francés, al estar sedado, no sintió dolor alguno-, puede dejar como secuela una impotencia permanente. Como la medicina también es un arte, los médicos intentamos paliar el sufrimiento de nuestros pacientes con toda clase de recursos, incluso embelleciendo los conceptos que remiten a esos sufrimientos, por eso a un cuadro tan grave como el descrito lo conocemos como priapismo. La palabra proviene de Príapo, un dios "menor" de la mitología griega, símbolo de la fecundidad, que nació con un miembro viril "mayor". Los envidiosos y escépticos pueden consultar -seguro que ya lo están haciendo- alguna representación de esta divinidad.

Y yo me pregunto si el priapismo no será una metáfora de lo que podría sucedernos en relación a los estragos de la covid19. Tras una "erección" dolorosa y a la par gozosa (aunque estéril) de buenos sentimientos y propósitos de enmiendas, la vuelta a la "nueva normalidad" parece estar dejándonos la secuela vergonzante de la disfunción eréctil de nuestros mejores sentimientos y emociones, de nuestros más nobles deseos de que cambien muchas cosas. Espero equivocarme.

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