Elecciones andaluzas en primavera. Es la hipótesis que manejamos desde que en mayo Isabel Díaz Ayuso arrasó en las forzadas elecciones de Madrid, celebradas porque le convenía al PP. Tras ese triunfo, su partido encabeza las encuestas nacionales y Pablo Casado se ve en La Moncloa. Aunque liderar los sondeos genera ansiedad y provoca errores. Ya le pasó a Albert Rivera y ahora afecta a la galaxia popular con tensiones, celos e intrigas.

Al PP le interesa un nuevo relanzamiento de la marca en primavera, con un adelanto electoral negado con la boca pequeña por la cúpula regional del partido. Añadan que el vicepresidente de la Junta sostenía que era una estupidez aprobar presupuestos para un año electoral; asunto filtrado por sus enemigos en Cs. Así que las lágrimas de cocodrilo de Moreno, Marín y Bendodo porque no se han aprobado las cuentas de 2022 esconden la munición electoral que este lance les proporciona. Lo mismo le pasa al consejero de Hacienda, hombre que sólo sabe hablar en primera persona del singular.

Ahora pueden culpar a la extrema derecha y al centro izquierda de hacer la pinza que ellos practicaron entre 1994 y 1996 con Izquierda Unida contra el PSOE. Entonces, con un paro del 35% hubo dos años sin presupuestos. Bendodo con dialéctica de Barrio Sésamo ha dicho que no aprobar los presupuestos por parte de los socialistas es un sabotaje a Andalucía. ¿Si el partido en la oposición no aprueba las cuentas está saboteando? Una simpleza que supondría que el PP estuvo saboteando a Andalucía durante los 37 años del PSOE en la Junta. Bendodo es tan infantil como Marín; que sea más taimado no mejora su aportación intelectual al debate público.

Menos mal que está Moreno, que ha creado una imagen de moderado con buena educación, márquetin e informativos de Canal Sur presidenciales como siempre. Pero Moreno también patina. Afirma que las cuentas de 2022 eran desideologizadas. Y no. Los presupuestos son, por definición, ideología en números. La pasión de la derecha, incluida la moderada, por desligarse de cualquier ideología y calificarse de centro pervive desde la transición. Era más fácil para quienes venían del franquismo decirse centristas que asumir ideologías liberal, conservadora o demócrata cristiana. Y sus herederos siguen igual.

En espera de que el PP convoque elecciones cuando le convenga y le eche las culpas a la oposición, el partido tiene otro problema. Ayuso es la política mejor valorada de España en la encuesta de DYM del jueves, superando de largo a Sánchez, aún más a Casado, e incluso a Yolanda Díaz. Eso explica los esfuerzos de Moreno por abortar la aclamación del congreso regional a la estrella de su partido. En la carrera para sustituir a Casado, Ayuso le lleva ventaja. Razón de más para que Moreno convoque pronto. No sólo le interesa al PP; también a sus expectativas de futuro, antes de que Ayuso sea inalcanzable.

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