Letra pequeña

jAVIER NAVAS Baena

Privado iba

LA telebasura también tiene su parte mala. Nos convenció de que una alimaña puede meterte el micrófono por alguna cavidad ocular y alegar que ¡está haciendo su trabajo!, argumento válido para el sicario, el camello y el proxeneta a la puerta del instituto. La otra confusión mezcla lo público, lo íntimo y lo privado. A grandes rasgos -y aquí hay tantas opiniones como cavidades oculares- asociemos lo público a la ley; lo privado, al pacto; y lo íntimo, a la promesa. Quien engaña a su churri con el vecino del quinto vulnera la promesa; si son matrimonio, el pacto; si se zurran, atañe a la ley.

José Antonio Moreno Ocón fue concejal de Ciudadanos en Vélez-Málaga. Lo pillaron conduciendo un coche cuando superaba la tasa de alcohol. Doble desgracia: lo echaron del partido y no estaba por allí Elías Bendodo para recolocarlo en la Diputación. Él arguye que aquello era un asunto privado y no afecta a su integridad ni a su competencia como representante municipal. Nanay. No puede impulsar ni defender leyes quien pasa de las que existen (triple desgracia: no era concejal de Ada Colau). Privarse y conducir es más grave que tirar la basura a deshoras; arriesga las vidas de otros (con la suya, como si le quiere poner un moño) aunque tampoco dramaticemos, para promocionar a asesino virtual basta coger el volante.

Entre Moreno Ocón y la DGT se interpuso la ley. Entre Moreno Ocón y su partido se interpuso el pacto: debía respetarlo para que C's lo considerara un representante digno. El borracho a tiempo parcial razona que mientras se mantuviera mayoritariamente sobrio en horas de oficina no había que pedirle cuentas y se aferró al acta. Como el alcalde de Vélez necesita apoyos en el pleno, lo acoge y le entrega la concejalía de Educación. Podría estrenarse con una campaña de concienciación escolar sobre el vicio del alcoholismo y las virtudes de un alcalde tolerante, para quien el vino de Moreno Ocón ni es blanco ni tinto ni tiene color.

En los estertores del gobierno de González se advertía de los peligros de la "judicialización de la política". Es la consecuencia de que no se reconozca ningún tribunal interior, de ir a la cárcel con la cabeza bien alta y de que te saquen a hombros para volver a sentarte en una banca municipal. Un concejal juerguista es un tío enrollado, cae bien a todo el mundo salvo a los familiares del que conducía en sentido contrario. El resto brinda por él.

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