Ignacio del Valle

Puente cuántico

No sabemos si ha dado positivo o negativo en los objetivos medioambientales y de desarrollo sostenible

Postraumático ando. Es acercarme a los predios de Muelle Heredia y me atasco. El estómago se me anuda y me tiemblan las piernas. Todo por el puente de ¿Por qué no bajamos a ver las luces del centro y de paso nos damos un garbeo por lo de Sabor a Málaga? Y eso que debería estar escarmentado dado que el sábado de actos quemé 3 litros de gasofa en cruzar el meollo al regreso de lo del rastrillo de Nuevo Futuro. Volquetes de gente en calle Larios. Los naturales y los de importación. Centelleaba el Instagram. Fotos del bosque mágico y la muchedumbre. La revolución de las masas madre, hojaldrinas y mieles de caramelo. Ni Semana Santa, ni feria, oiga. Qué multitud.

¡Caray! Encima se nos apareció Mariah Carey pronúnciese Maraia compositora y voz de All I Want For Christmas Is You. La estrella que resucitó de entre los novios raperos y la mala vida. Mucho mérito por su taladrante Morry Christmas (Sergio Ramos dixit) que puso banda sonora a Love Actually (2010), película navideña de culto: un cuento postmoderno con cuernos, amores intraducibles, amistades drogodependientes, corazones quebrados y happy end. Pues eso que solo falta que nuestro arcade vintage con las luminarias y la Alcazaba a toda pantalla nos traiga en directo a la mismísima Mariah Carey. Invitada está. Un lleno universal. Somos la pera, o lo más perita. Nos regulamos entre el gentío, cediendo el paso, avanzando centímetro a centímetro por la gran conga del casco garrapiñado. Sumando un 2% de maternal hostelería a tope. Guiris, guiridianas y familiares de gañote asombrados con el fenómeno de Cenacheriland. El pescaíto ha ganado la batalla al pulpo. Hemos dejado empanada a la competencia, en churrasco Vigo.

Ha sido un puente de portátil cuántico. Le explico: los ordenadores cuánticos no usan bits, secuencias de ceros y unos. Los computadores cuánticos menean cúbits con un tercer elemento neutro que se inclina hacia el cero o hacia el uno como mejor convenga, como un nacionalista cualquiera. De esta forma se multiplican los posibles resultados de forma simultánea a una velocidad increíble hasta colapsar en forma de cero o uno. Este puente cuántico ha sido histórico para el turismo, pero no se confíe, el artefacto todavía no ha terminado de echar cuentas hasta el colapso final. No sabemos si ha dado positivo o negativo en los objetivos medioambientales y de desarrollo sostenible.

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