LA REGULACIÓN DE LO IRREGULAR

Emigrar a Europa se ha convertido en una gincana con una estancia irregular de 10 años como premio

Cuarenta años después, aún recuerdo como Manuel, el pescador que preparaba los espetos en la playa de la Viborilla, no dudó en coger su barca. Aquella persona menuda que no tenía donde caerse muerto se enfrentó a la muerte que acecha en todo mar embravecido sin preguntarse por los papeles del hombre que a lo lejos mecían las olas sobre un colchón inflable. Manuel era hombre de pocas palabras y en su rostro surcado por el sol nunca se pudo leer si fue más la satisfacción por el deber cumplido o las ganas que le debieron dar de pinchar la colchoneta del guiri cuando le dijo que no se preocupara, que todo estaba controlado.

Emigrar a Europa se ha convertido en una especie de gincana con una estancia irregular de diez años como premio. Un conjunto de pruebas que solo percibimos cuando, al final, el concursante tiene que elegir entre el salto de altura de la valla de Melilla o la travesía en bote del estrecho de Gibraltar. Una competición en la que la segunda prueba contará con la empatía de una opinión pública que no soportamos ver cadáveres de niños ahogados en nuestras costas, mientras que la primera (menos arriesgada, en principio) gozará del rechazo que genera ver violadas nuestras fronteras. Dos pruebas que hacen a la misma Guardia Civil héroes o villanos. Una competición sobre la que algún burócrata escribió que el derecho a estar en Europa se gana en la versión reality show del programa Ninja Warrior. Consciente de que una valla jamás detendrá a un joven de dieciséis años, a un niño o a una mujer embarazada que ya han cruzado el desierto sin agua, arriesgándose a que los secuestren o esclavicen, o a que los monten en un autobús y los abandonen a su suerte en cualquier lugar perdido. De que esa idea no es más que una ilusión óptica propia del desierto propositivo del populismo y de que condicionar poder entrar en Europa a tener buena suerte no deja de ser un absurdo. Europa necesita ordenar un flujo migratorio inevitable desde un continente en expansión demográfica hacia otro necesitado de mano de obra. Ha sido en los periodos en los que esta emigración ha estado regulada cuando la presión en las fronteras ha sido menor. Necesita establecer un cauce regular que complemente la lógica defensa de sus fronteras. Mientras que este no existe exista, lo irregular será lo regular y muchos oportunistas alimentaran los impulsos de muchos Manuel a pichar decenas de barcas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios