La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Rebelión en la granja podemita

Las comisiones de garantías se rebelan contra Iglesias, que ha cambiado los estatutos sin contar con los militantes

Once de las dieciséis comisiones de garantías autonómicas de Podemos han declarado nulos los estatutos del partido aprobados por la ejecutiva de Pablo Iglesias e inscritos por Pablo Echenique en el Ministerio del Interior y han exigido que se revoque el expediente abierto a la presidenta de la comisión de garantías estatal, Olga Jiménez, precisamente por promover la anulación parcial de dichos estatutos.

Esto es una rebelión en toda regla contra Pablo Iglesias. Rebelión más transcendente que la que lideró en el congreso de Vistalegre II Íñigo Errejón, porque aquélla era una lucha ideológica y de poder, mientras que ésta afecta a la concepción misma de Podemos como partido político y su funcionamiento democrático. Y es transversal, no la típica pelea de familias o facciones.

Mejor dicho, no democrático. Los rebeldes de ahora no disputan el liderazgo a Iglesias, lo que discuten es cómo lo ejerce. No sólo construyó en Vistalegre II un partido centralista que apela a las bases como coartada a su cesarismo innegable mientras resta protagonismo a los órganos intermedios y federaciones, sino que ha perpetrado unos estatutos, en complicidad con el sombrío Echenique, que hurtó a la aprobación, obligada, del propio congreso y que, entre otras minucias, sancionan a los militantes que filtren a la prensa asuntos internos de la organización. ¿No es una paradoja que Pablo Iglesias aplique por decreto la Ley Mordaza a sus compañeros disidentes?

Bueno, más que una paradoja es una muestra de cómo entiende Iglesias la democracia. La democracia no es sólo la posibilidad de elegir libremente a los gobernantes. Es también un sistema de controles a los gobernantes elegidos (por eso la Venezuela de Maduro deja mucho que desear en calidad democrática). La comisión de garantías de Podemos se estableció justamente para velar por los derechos de los militantes y garantizar la democracia interna, y su presidenta, la citada Olga Jiménez, resultó la más votada en el congreso. Por las bases. Su rechazo a los estatutos autoritarios del líder podemita le costó un expediente con suspensión de funciones, expediente que está siendo tramitado ¡por sus propios denunciantes!

Todos los partidos presumen de democráticos, pero no lo son. Unos más y otros menos. Desde ahora Podemos es de los que menos. Bienvenido, Pablo, a la casta de la política antigua con la que ibas a acabar.

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