letra pequeña

Javier Navas

Reclamaciones impepinables

DESPUÉS del mal rato viene la calma. Y otra vez el mal rato, que las crisis económicas son cíclicas y la del pepino, chistes aparte, ha sido una crisis económica localizada pero gorda. Asaja Málaga cuenta 9 millones de euros en pérdidas para el campo de la provincia. Se esperaba una contestación de la Comisión Europea tal agua de agosto. Pero así como el agua-agua ha caído en el norte, el sirimiri de compensaciones ha agraciado provincias cercanas: 47,5 millones para Almería, 7 para Granada y 583.000 euros para Sevilla. ¿Aquí? 365.000 euros. Cuatro gotas de las que empuercan los coches y las bocas de los agraviados.

¿Podían haber sido más? Explican en la Consejería de Agricultura que la ayuda ha sido proporcional a las solicitudes: En Almería se presentaron 871; en Granada, 547; en Sevilla, 97. Se les ha atendido en función del volumen de su protesta: el que no llora no mama y lo de Málaga no ha pasado de un hipido y sin moqueo: 6 solicitudes. Nos pasamos de bien criados. Quizá también importe que no podían reclamar los agricultores que malvendieron sus productos con prisa cuando empezó el jaleo, desconfiados de que pudieran contar con alguna clase de contraprestación. Y la ayuda llega al agricultor, mas no a transportistas o a vendedores. Volvemos a la pegajosa cuestión del agravio, que aquí no se queda entre Málaga y Sevilla. Tiene un flamante vértice en Bruselas.

Frunet, cooperativa de Málaga, piensa pedir algo más: hasta 1,2 millones de euros. Su caso es ejemplar: pérdidas directas de ventas de pepinos, desconfianza hacia todos los productos frescos con los que Frunet comerciaba, destrucción de empleos fijos y eventuales, la imagen de marca por los suelos… Pues no sólo ha dejado de venderse un género. Se auxilia a cuatro productos más: lechugas, tomates, calabacines y pimientos. Pero la señora Gretchen que va con el carrito por su Lidl de Hamburgo, no discrimina tan fino: "de la pera a la algarroba, todo es pepino". Y el sector agrícola entero se viene abajo.

En Frunet no reclaman la restitución de la honra en plan calderoniano aunque algo de eso hay. Esta vez van a por Hamburgo, Estado alemán cuya senadora de Sanidad señaló públicamente a Frunet como la coladora de la E.coli en su patria. Esta señora tiene que ser algo así como nuestra Celia Villalobos esgrimiendo el hueso del puchero pero más dañina. La ministra nos metió el miedo en el cuerpo ("¿en manos de qué gente estamos?") y la senadora ha echado trabajadores a la calle. Frunet logró que el ministro regional de Sanidad y Defensa del Consumidor vindicara el nombre de la cooperativa. Eso va a consolar muy poquito a quienes ya no pueden trabajar para ella.

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