Repúblicas bananeras

Ya lo dijo la presidenta en la Asamblea de Madrid, ninguno somos como el rey, y menos como ella

Realmente hay personajes que si no existieran habría que crearlos, y para ellos, hay que reconocer que la Comunidad de Madrid es una cantera excepcional. No digo con esto que en el resto del país no crezcan habas. España siempre ha sido una gran potencia agrícola en la que no faltan los cebollinos, pero, será porque "Madrid es España dentro de España" o porque tal y como sostenía Rajoy en un artículo escrito en 1983 "la estirpe determina al hombre", lo cierto es que cuando crees que las Navidades han dejado seco el saco de las anécdotas, ahí está la capital para salir al recate.

Explica el profesor Maximum Shameless que la estrategia para llevar a cabo ciertas políticas se fundamenta en nunca confesar qué es lo que realmente se piensa y pretende, y para ello recomienda hablar poco. Aunque hay que reconocer que, en estos tiempos en los que las noticias se transmiten con la misma inmediatez que se le reclama un titular al político de turno, no siempre es posible. Lo que nos lleva a la segunda estrategia propuesta por el maestro: en los caos en que es inevitable hablar, la respuesta no tiene porqué guardar relación con lo que se cuestione. De este modo, si se pregunta cuántos médicos se van a contratar en un nuevo hospital, se contesta que se ha construido en un tiempo récord; y si es por los cortes de luz en una barrida, se sale con el apoyo de Otegi a los presupuestos. El verdadero problema es entrar al trapo de la cuestión. Claro que, si uno es incapaz de estar callado, tarde o temprano canta la gallina y se incumplen los consejos del profesor.

Si la semana pasada tocaba salir a la defensa de los militares nostálgicos preocupados por el rumbo que había tomado la democracia tras la muerte del dictador, el tema de esta era defender al rey emérito con el suculento argumento de que "la Ley es para todos la misma, pero no todos somos iguales ante la Ley". Argumento que define la esencia de cualquier república bananera, aunque esté presidida por un rey. La misma que, según Ayuso, quiere implantar la izquierda en el país. Si al final es verdad que los extremos se tocan y ambos anhelan está manera de hacer las cosas, lo único que haría falta para alcanzar un consenso es decidir si se quiere que el jefe lo sea por estirpe o por elección. Pero ya lo dijo la presidenta en la Asamblea de Madrid, ninguno somos como el rey, y menos como ella. Aunque omitiese esto último.

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