Réquiem por España

Tras la pandemia nos daremos cuenta de la inmensa cantidad de personas que nos han dejado

Atribuían al dictador soviético Iósif Stalin la famosa frase "un muerto es una tragedia; un millón de muertos es una estadística", que describe como asimilamos la muerte cuando ocurre en grandes cantidades. Hoy nuestro país vive sumido en el sobrecogimiento de unas cifras de fallecidos diarias inimaginables hace apenas un par de meses. Pero lo peor que puede ocurrirnos es que dejemos de ver, en cada una de esas personas que hemos perdido, el enorme tesoro humano que se va con ellas.

Por ello la transparencia en las cifras de fallecidos por el coronavirus no es una simple exigencia, es la justicia que le debemos a cada uno de ellos y el recuerdo de su memoria. Porque al final serán las implacables matemáticas las que nos mostrarán la realidad con toda su crudeza. Baste pensar que, a través de las series temporales y de sus estacionalidades, nos permitirán estimar cuántos muertos hubieran ocurrido en circunstancias normales. Y con esas cifras, junto con la ínfima cantidad de accidentes en carretera de estas fechas y los inscritos en los registros de fallecidos, harán aflorar el escalofriante resultado de la pandemia. Por tanto, va siendo hora de que no escondamos lo que ocurre sino todo lo contrario. Mostremos al mundo nuestro luto y nuestro dolor por cada uno de los que han muerto por este condenado virus. Cualquier intento de dulcificar la situación, ya sea política o televisivamente, es tratar a los ciudadanos como borregos, y solo podría provocar una sospecha y una crispación innecesarias.

Evidentemente los aplausos por nuestros héroes, que siguen tratando de salvar a los enfermos o de normalizar un poco nuestra existencia, tendrán que continuar. Pero merecería la pena que en algún momento de este confinamiento guardemos un minuto de silencio por cada una de nuestras víctimas, para que no se conviertan en las abultadas cifras de un debate estéril. Porque de momento las leyes nos obligan a un somero entierro sin apenas asistentes, pero tras la pandemia llegará la hora de acompañarlos con la consideración y el respeto debidos, y entonces nos daremos cuenta de la inmensa cantidad de personas que nos habrán dejado. De lo contrario caeremos en el olvido que tan cruelmente reflejaba el matemático francés Blaise Pascal: "No habiendo podido los hombres remediar la muerte, la miseria y la ignorancia han imaginado, para ser felices, no pensar en absoluto en ella".

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