Comenzó la semana con una Marcha Radetzky de cacerolas contra la prórroga del mando único y ha finalizado con la prueba material de su necesidad: Madrid es un quilombo, está gobernada por unos dirigentes a los que hay que imponerles una decisión para que no perjudiquen al resto de España. El vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, de la España prudente, lo ha dicho claro: Torra se ha comportado de modo más sensato que Madrid. Si lo sabrá él, que ha sido su compañero de Ciudadanos, Ignacio Aguado, quien presionó a la directora general de Salud Pública y a la presidenta Ayuso para que cambiasen el informe que se iba a entregar al Ministerio de Sanidad. Ayuso no es de muchas luces, por eso lo de Aguado es bastante peor, quien rogó para que el Gobierno central cerrase la comunidad y la hibernase a cero grados Kelvin maniobra para saltarse todos los listones. Manda la economía, que es lo que propone Trump y, al final, se encontrará con más de 100.000 muertos y 40 millones de parados. Un erial de vidas y de empleos. No es la salud o la economía, estúpidos, que diría Clinton, es que van unidas. Una de las características de las mentes cortas es su asombrosa capacidad para la simplificación de todo lo complejo, por eso hablan tan claro y son tan directos, su ignorancia los hace locuaces.

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