EL primer asalto del debate de investidura de Pedro Sánchez dejó una cosa clara: el líder socialista no ha sido capaz de sumar los apoyos necesarios para ser elegido presidente del Gobierno y no parece que vaya a lograrlo antes de la noche de mañana, cuando se celebrará la segunda y definitiva votación. Es cierto que la derrota del secretario general del PSOE era algo totalmente previsible, pero, sin embargo, nadie esperaba ese debate tan bronco en el que PP y Podemos -especialmente la formación morada- mostraron de una manera agria y contundente el rechazo al pacto de gobierno alcanzado por el PSOE y Ciudadanos. La política tiene mucho de dramaturgia y tanto Rajoy como Iglesias escenificaron de una forma muy clara que ni ahora ni en un futuro próximo van a apoyar la candidatura de Sánchez. Ayer, en el Congreso de los Diputados, se pudo ver más cerca que nunca la convocatoria de elecciones generales para el próximo mes de junio. De hecho, daba la sensación de que los candidatos ya estaban hablando más a los electores que a sus señorías.

Rajoy volvió a demostrar que es un diputado solvente, con una oratoria depurada y algo anticuada, capaz de ridiculizar con ironía -e incluso gracia- las pretensiones de Pedro Sánchez de llegar a la Moncloa. Nada extraño si se tiene en cuenta que el líder socialista convirtió su discurso del martes en un nuevo intento socialista de trazar un cordón sanitario alrededor de Rajoy y el Partido Popular. Sin embargo, las palabras de Rajoy siempre se ciñeron a la más estricta cortesía parlamentaria.

El debate alcanzó sus más altas cotas de agresividad y malas formas con la intervención de Pablo Iglesias, cuya obsesión con un franquismo que ni siquiera vivió es continua e intensa. Llegó a calificar al también joven Albert Rivera de "jefe de escuadra de posguerra" y "marioneta de los poderosos", pero su momento más bajo fue cuando recordó a Pedro Sánchez los duros años de la guerra sucia contra la banda criminal ETA. "No haga caso a Felipe González que tiene las manos manchadas de cal viva", dijo en una expresión del todo inadmisible y que deja muy clara la baja calidad política del líder de Podemos, quien, para variar, también tuvo detalles en los que buscaba descaradamente la foto, como cuando le dio un absurdo e inexplicable beso en la boca al diputado de En Comú Podem, Xavier Domènech.

Así las cosas, no parece que, con este Parlamento, sea posible la formación de un Gobierno, sea cual sea su signo político. El callejón sólo tiene una salida y se llama elecciones generales.

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