Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Sánchez no es un filibustero

Qué concepto del Parlamento le permitirá largarse sin decir palabra del debate más señalado

Anteayer, en El País, Javier Marías cumplía una de las labores del columnista, que, además de opinar y permitirse practicar cierto estilo propio, puede ilustrar a sus lectores sobre asuntos que quizá algunos de éstos no conocen. Recordaba el sentido de palabras como fariseo -religiosos en falsete, hipócritas-, que en algunas ocasiones se confunde como homónimo de filisteo, cuando este pasó de ser el nombre de un pueblo algo bestiajo y enemigo de los israelitas a un adjetivo que denota eso, la condición de bruto: Marías eligió "bárbaro". En estos tiempos de vándalos -otro pueblo señalado para la historia como borrico e incivilizado- a los que el toque de queda deja sin su oficio de incívico de guardia y echan la poca vergüenza de destrozar apelando a la libertad, no está mal, aunque sea para cambiar el tercio, jugar con las palabras. Al leer frente a un vino de Jerez, en un glorioso domingo que se daba las trazas de sábado, el muy mariasiano artículo del académico Marías, y en parte por el oloroso y en parte por la memoria RAM que patina a veces, una asociación de adjetivos raros y comenzados por efe me hizo creer a "filibustero" sinónimo de fariseo o filisteo: no siéndolo de otro ninguno de los tres. Una mala mañana la tiene cualquiera. Lo que en realidad sucedió es que no pude soportar tanta belleza de otoño, como le sucedió a aquel joven trabadillo de American Beauty.

Filibustero es el parlamentario que boicotea los acuerdos dando un discurso de larguísima duración. Caí en que filibustero fue algún cura en alguna homilía de mi infancia: a mí me bloqueó cualquier acuerdo místico más de una perorata interminable, con lo bello que es el rito puro. También era filibustero un directivo que, cada vez que daba cuenta de su gestión a la familia propietaria de la empresa de perfumería, se perdía, anestesiando a sus dueños, en explicaciones técnicas de alcoholes, cítricos y bergamotas. Pues bien; quien suscribe casi ha hecho el filibustero hoy martes, porque en realidad lo que quería traer a colación es que el presidente Sánchez se marcó todo lo contrario a un filibuster el otro día. En uno de los debates parlamentarios más importantes de la historia de España, el jefe del Gobierno, henchido de sobradez y falta de respeto a su cargo y al país, se largó sin decir una palabra del debate de la prórroga del estado de alarma. "Vini, vidi, escuché a mi delegado, Illa... y me di el piro. Ahí os quedáis, criaturas".

Con una mano a la italiana, con los dedos juntos y en vaivén hacia arriba, diremos: ¡Vergogna!

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