La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Sánchez 'el leve'

El problema mayor es que tras el relevo en Cultura el presidente es el peso pluma de su Gobierno

El Gobierno formado por Sánchez generó una no unánime, lo que no es posible ni deseable, pero si generalizada tranquilidad gracias a la participación en él de algunos fiables pesos pesados de la política y la economía junto a algunos pesos medio y pluma. El más ingrávido de los pesos pluma salió volando al instante y fue sustituido por un experto de experiencia probada. Con los otros ya se irá viendo. De momento Meritxell Batet ha metido la pata al afirmar que la Constitución "no representa los intereses de la inmensa mayoría", Adriana Lastra ha justificado la contradicción de anunciar primero unas prontas elecciones y después que se agotará la legislatura diciendo que "no es un Gobierno para tres días, como ustedes comprenderán", lo que suena a vender el Gobierno como si fuera un electrodoméstico, y Ábalos ha dado marcha atrás en lo de la gratuidad de las autopistas afirmando que "el concepto de gratuidad es muy relativo, la diferencia está en quién paga: o las pagan los usuarios o las pagan los contribuyentes, alguien tiene que pagar". Lo que tal vez le plantee algún problemilla con la vicepresidenta del Gobierno, quien en su día pronunció la famosa frase de "estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie".

Pero el problema mayor es que tras el relevo en Cultura el presidente es el peso pluma de su Gobierno. Incluso un peso minimosca. No sólo por las contradicciones en las que tan alegremente incurre o la pasmosa facilidad con que se desdice (sirvan de ejemplo la transfiguración de "nosotros convocaremos elecciones, sí, cuanto antes" a "agotaré la legislatura hasta 2020" o el paso atrás en la reforma de la financiación autonómica achacándolo a la "falta de tiempo"), sino por la preocupante forma en que extrovierte su vacío de ideas relleno de tópicos y frases huecas cada vez que abre la boca, casi siempre transmitiendo una poco tranquilizadora sensación de inseguridad. Mal orador y por ello mal parlamentario, convendría que hablara lo menos posible. Por el bien de todos.

La momia de Franco o cargar contra los supuestos privilegios de la Iglesia no da para tapar todos los agujeros. El sábado posará con Macron y el martes con Merkel rompiendo la costumbre de la primera visita a Rabat porque se siente tan europeo que para él -dijo- ir a París o Berlín es como ir a Cuenca o Cataluña. Esperemos que siga el guión que Borrell le escriba.

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