La tribuna

Lourdes Alcañiz

Sanidad Obama: no hay manera

NO hay manera. Desde Truman a Johnson, pasando por Nixon y Clinton, no hay quien consiga instaurar una cobertura sanitaria medio decente en Estados Unidos. Ahora le toca el turno a Obama y tampoco está claro el resultado, a pesar de que no puede haber un escenario más propicio: la catástrofe económica por la que atraviesa el país con la consiguiente pérdida por parte de millones de trabajadores de la cobertura sanitaria que obtenían a través de sus empresas.

Debido a los monstruosos intereses económicos envueltos en la creación de un sistema de salud accesible para el ciudadano medio, la campaña de descrédito contra los esfuerzos de la administración Obama tiene una intensidad pocas veces vista en los medios.

El escenario viene a ser éste: los demócratas quieren obtener parte del dinero que se necesitará para crear este nuevo sistema sanitario de la reducción de costes de otro sistema que está en funcionamiento llamado Medicare. Medicare es algo así como la Seguridad Social para los mayores de 65 años. Los demócratas insisten en que este sistema funciona tan mal y supone tanto gasto que hay que meterle mano y empezar a recortar. A esto los republicanos han respondido advirtiendo a América (a través de una campaña publicitaria masiva) que Obama va a decidir cuándo hay que desenchufar a la abuelita porque no habrá dinero para tratar a los ancianos enfermos.

Hay que recordar que Medicare parte de los tiempos de Truman. En 1945 Truman propuso establecer un plan nacional de cobertura sanitaria. Tras dos décadas de ácidos debates sobre los peligros de la medicina socializada, Lyndon Johnson aprobó el programa Medicare junto con otro para las personas que están al límite de la pobreza. Lo curioso es que hoy en día no hay quien se atreva a tocar esos programas e, irónicamente, son los republicanos que lucharon furiosamente durante décadas para impedir su aprobación quienes ahora se rasgan las vestiduras con la sola mención de reformar esta cobertura. La tergiversación ha llegado al punto de hablar sobre la intención de la administración Obama de crear "Juntas de la Muerte", que decidirán si determinadas personas mayores con necesidad de tratamientos costosos, viven o mueren (se atribuye este ingenioso argumento a Sara Palin, la candidata republicana a la vicepresidencia que ahora ha renunciado a su cargo de gobernadora de Alaska).

La ofensiva republicana para obstruir la aprobación del plan de Obama ha contando con tal despliegue de medios que incluso en las circunstancias actuales, con millones de personas desatendidas medicamente, la opinión pública no lo tiene claro y las encuestas no están exactamente a favor de las ideas del presidente. Un indicativo del pulso que están echando republicanos y demócratas (aunque hay demócratas que tampoco están de acuerdo con el plan sanitario de Obama) es que en las últimas semanas se ha empezado a hablar de olvidarse de la opción de un seguro nacional, como el que disfrutan los empleados federales. Retirar esto de la mesa de negociación es quitarle la espina dorsal al plan del presidente. Si el ciudadano medio no puede acceder a un plan de salud asequible, no está claro de qué reforma sanitaria estamos hablando (actualmente un seguro de salud para una familia normal está en torno a los 1.200 dólares mensuales).

Dicen en política que quien define el debate es quien se lleva el gato al agua y en ese sentido los republicanos están haciendo un buen trabajo. La esencia de la ofensiva republicana es: reducir los costes del sistema sanitario actual, y poner un control a los abusivos precios de médicos, y compañías de seguros, equivale a reducir la calidad de la atención médica, algo que los demócratas niegan con vehemencia, ya desde la defensiva. Y es que desde la psique americana, todo lo bueno se paga, y se paga bien. Un concepto cuando menos curioso para un país como el nuestro donde la accesibilidad a la medicina pública está creando un todo un sistema de turismo sanitario, como denunciaba hace poco un político español.

Esta semana se ha abierto un nuevo frente. El comité de finanzas del Senado debate el plan propuesto por el demócrata Max Baucus, que cuenta con el apoyo del presidente. Debates y más debates para acercar posturas y apaciguar a los feroces lobbies que manejan los hilos por detrás y que tiemblan ante la posibilidad de que se les vaya a secar la gallina de los huevos de oro.

Lo que parece claro es que si esta legislación no sale adelante ahora es muy posible que tengamos dos décadas por delante, al estilo Truman, para seguir rumiando los pros y los contras de la medicina socializada, mientras millones de estadounidenses continúan con una atención médica igual o peor que en los países del tercer mundo.

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