Letra pequeña

jAVIER NAVAS Baena

Santa paciencia

CUESTA hablar del Santo Chumino sin ponerse zafio, más todavía sin que alguien salga escocido. Cuando Félix de Azúa dijo que la alcaldesa Colau debía estar en un puesto de pescado, todos se subieron a la silla, se recogieron las faldas y se liaron a pegar chillidos, salvo el único con derecho a chillar, el pescadero. Admitimos las coñas en un solo carril, si me mientas a la madre te llevo a juicio y si yo te miento a la tuya, cómo te pones por una broma. Unos abogados cristianos entienden que procesionar un conducto urinario ofendía a sus creencias, lo que demuestra que han entendido de qué iba la gamberrada: se trataba de ofenderlos. Ahora bien, que eso justifique investigar a Elisa Mandillo, dirigente de Málaga Ahora (el grupo filopodemista del Ayuntamiento), resulta tan exagerado como la efigie del Santo.

John Stuart Mill, un señor decimonónico, cortante y soso, feminista adelantado y defensor radical del liberalismo, no se hubiera reído en caso de dar con la procesión; tampoco se habría espantado. Defendía que la conducta que no daña a otros no puede penalizarse. Esta procesión no se meó sobre nadie; por supuesto que ofendía, es que de eso iba, a cuento de qué si no subir un hiperhigo a un trono. Pero "ofender" no es "dañar". Vale que el humor depende del contexto y algunos contextos no se prestan. El Kichi en su época plebeya, gritando por Cádiz "La próxima visita será con dinamita", resulta cachondo; por Donostia, más valdría no tomarlo a cachondeo. Si en 2013 estas devotas amenazan con meterle fuego a la Conferencia Episcopal, todo lo más están soltando una borricada pero no hay que alarmarse como si lo hubieran hecho en el 31.

Ya, hay cosas que no tienen gracia y la ironía es un arma débil; cuando Mill escribió su alegato "El sometimiento de la mujer" se puso serio, no podía permitirse que la carcajada ahogara la denuncia. Más allá, Europa siempre aceptó un "campo de juego" donde todo lo que se dice se toma a chanza, presumiendo la buena voluntad del adversario. Eso es el carnaval, lo ha sido el cristianismo y debería serlo la democracia, tanto se parecen. La alegría del autobús del colegio: replicar al chiste con otro chiste, nuestro humor contra su humor y el que acude a la maestra es un rajado. Deberíamos reservar los tribunales para cosas mejores que reparar ofensas y recoser virgos, que el juez estará ya de humillados y ofendidos hasta los santísimos.

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