Semana de la arquitectura

La pandemia del coronavirus nos obliga a preguntarnos por el papel que están jugando nuestras viviendas

Alo largo de la historia, las diferentes crisis sanitarias que ha vivido la humanidad han provocado la introducción de cambios en los modelos urbanísticos y residenciales. La necesaria reflexión a la que obligaron condujo al nacimiento del higienismo a principios del siglo XIX, mientras que la aparición de la gripe a finales de la Primera Guerra Mundial tuvo su respuesta en la Carta de Atenas. Hoy, cuando ayer celebramos de manera simultánea el Día Mundial de la Arquitectura y el del Hábitat, la pandemia del coronavirus nos obliga a preguntarnos por el papel que están jugando nuestras viviendas, constituidas en el último bastión en el que refugiarnos.

A diferencia de los casos anteriores, en esta ocasión, el rol desempeñado por estas ha sido muy diferente. Mientras que en las pasadas epidemias, la ordenación de las ciudades y las pésimas condiciones higiénico-sanitarias de las viviendas estaban en la raíz de los problemas de salud y su propagación, nada hace pensar que este sea el caso actual. No obstante, lo que sí ha hecho la vivienda ha sido poner aún más de manifiesto las desigualdades existentes en unas sociedades cada vez más desiguales. La reducida ratio de metros cuadrados útiles por habitante de la vivienda, la falta de ventilación en las situaciones más extremas, o la carencia de conexión a internet -convertido en el medio de comunicación y trabajo por excelencia- han hecho evidentes unas diferencias sociales que se han acentuado en el momento en el que muchas de nuestras casas han dejado de ser un mero lugar para dormir. Frente a esta realidad, la respuesta es una política de vivienda pública relegada a un segundo plano desde antes de la crisis de 2007, con actuaciones puntuales de rehabilitación que no llegan a impulsar la renovación de un parque de viviendas entre las que abundan las construidas en la década de los 60, con criterios de calidad que hace tiempo que se desvelaron obsoletos.

La celebración del Día de la Arquitectura es una ocasión inmejorable para disfrutar de los actos que los Colegios de Arquitectos organizan esta semana para dar a conocer todas esas maravillas que acogen nuestras ciudades, pero como ciudadanos que creemos que la arquitectura y el urbanismo pueden ayudar a cambiar nuestra sociedad, debemos aprovechar la ocasión para reconocer también sus carencias y reivindicar una manera más justa de construirla.

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